La pobreza, no hay más ciego que el que no quiere ver

La pobreza, no hay más ciego que el que no quiere ver

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José Luis Sánchez Encinas, miembro de Equo.

Nos estamos acostumbrando a ver en los medios de comunicación noticias que reflejan situaciones de pobreza provocadas por la crisis económica , titulares referidos a nuestro país como “En España hay más de 11,5 millones de personas en riesgo de pobreza”, o “Uno de cada cuatro niños españoles bajo el umbral de la pobreza”; o titulares de las situaciones de extrema pobreza en el mundo “Alrededor de 870 millones de personas pasan hambre en el mundo”. Son noticias que se acompañan de estudios con estadísticas escalofriantes y con imágenes que pensábamos que no iban con nosotros, con nuestra riqueza y prosperidad.

¿Era todo una ilusión? o ¿es que no queríamos ver? Las situaciones de pobreza estaban aquí, en nuestra prospera Almería, quizás ahora agravadas por los altos niveles de desempleo, y estaban y siguen estando en los países pobres, cada día más por la lógica de la explotación capitalista. Lo podemos ver en cada esquina de nuestra sociedad: las personas rebuscando en los contenedores de basura, las colas en los comedores sociales, las pateras cargadas de personas que huyen de la extrema pobreza, las esquinas de los barrios con jóvenes desempleados, o los cientos de personas que vuelven a recurrir a la emigración, otros emigrantes, pero víctimas al fin y al cabo del mismo sistema económico depredador que gobierna el mundo.

Acabar con la pobreza no es cuestión de campañas de sensibilización, ni tan siquiera de campañas de caridad, el problema es estructural y de anti-democracia, de un sistema económico en manos de instituciones (como el FMI o el Banco Mundial) y élites a las que nadie hemos elegido, de organismos como la ONU absolutamente inoperantes, y sobre todo consecuencia del reino de la “globalización”. Se ha instaurado un pensamiento único basado en la “lógica” del beneficio, todo se ha convertido en mercancía, incluidas las personas. Un capitalismo sin corazón y sin razón que machaca sociedades, países, seres humanos, y que amenaza la supervivencia del planeta.

Las soluciones no son fáciles, pero estamos convencidos de que estas han de venir desde abajo, de las personas, de la participación en la toma de decisiones a todos los niveles. No podemos dejar nuestro futuro en manos de grupos de depredadores que no piensan, sólo calculan, porque la vida de las personas no son beneficios y pérdidas de las empresas. No nos pueden engañar ocultando la verdad detrás de números e índices mágicos como son la prima de riesgo o el Ibex, detrás hay personas e instituciones que son responsables de la situación económica que se vive aquí y a nivel global.

La pobreza no es un castigo, ni una racha de mala suerte por haber nacido acá o allá, la pobreza para los que controlan nuestro mundo es una parte más de su cuenta de resultados. No lo permitamos.

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