Reforma laboral y empleo universitario

Reforma laboral y empleo universitario

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Francisco J. Cortés. Economista.

La reforma laboral puesta en marcha por el gobierno presenta graves deficiencias y errores de planteamiento que difícilmente van a permitir aumentar la empleabilidad entre los ciudadanos, y mucho menos entre los jóvenes.

En una situación como la actual, con una tasa de desempleo económica y socialmente insostenible, se entiende que no hay una correlación inmediata entre el abaratamiento del despido y la creación de empleo. Sin lugar a dudas, la bajada de los costes de salida de un trabajador de una empresa implicará un aumento de los casos de despido improcedente y una mayor precarización del mercado de trabajo.

Los neoliberales consideran que como no se puede hacer el ajuste en precio (salarios) por las rigideces existentes en el marco legislativo (salario mínimo, negociación colectiva salarial basada en el IPC…), el mercado ajusta en cantidades (grandes bolsas de desempleo). Por consiguiente, aducen que el desempleo se debe fundamentalmente a unos salarios excesivamente altos, rígidos y desligados de la productividad. Esto explicaría, a mi juicio falazmente, la elevada tasa NAIRU de nuestra economía. Mientras que en Estados Unidos la tasa NAIRU, es decir, la tasa de desempleo por debajo de la cual se acelera la inflación, es de un 6%, en nuestro país es del 11%.

No obstante, insisto, este planteamiento es una auténtica falacia. Tras la II Guerra Mundial sí hubo una clara correlación entre los incrementos salariales y el aumento de la productividad, pero esta tendencia se quebró hace tres décadas en toda la OCDE, y los salarios se desligaron a la baja del incremento de la productividad. Los salarios se alejaron de las ganancias de capital y se produjo un claro trasvase de recursos de la economía productiva hacia la economía financiera, generando una burbuja especulativa de proporciones colosales. Dicha burbuja especulativa tuvo tres claras manifestaciones: burbuja tecnológica, burbuja financiera y burbuja inmobiliaria.

El saqueo de los salarios por parte de las rentas del capital es una evidencia empírica en las últimas décadas, y el aumento del consumo que hemos vivido en los años precedentes a la crisis se ha debido fundamentalmente a las rentas no salariales (efecto renta). Por consiguiente, ya partíamos de una posición social y negociadora de los trabajadores muy débil antes de esta reforma laboral que va a seguir abriendo la brecha entre los salarios y la productividad, entre las rentas del trabajo y las rentas del capital.

Además, es una clara falsedad decir que el mercado de trabajo no es flexible. ¿Quién puede negar que un mercado de trabajo que ha expulsado a más de dos millones de trabajadores en algo más de dos años no es flexible? Evidentemente es flexible y, por supuesto, precario. Por lo que el cambio del marco laboral aprobado era innecesario para propiciar el ajuste, y, evidentemente, no va a generar empleo neto. Y se nos olvida algo importante, que las políticas activas de empleo están transferidas en su mayoría a las comunidades autónomas, y éstas se comportan como si no tuvieran responsabilidad alguna sobre la situación de desempleo que estamos viviendo.

Los jóvenes serán los más perjudicados a corto plazo por esta reforma impuesta por los poderes fácticos y por los mercados de capitales. A los jóvenes se les sigue diciendo que se formen, que aprendan idiomas, que innoven, que se actualicen para ser competitivos, pero no se les dice que no hay trabajo para todos, que el mercado de trabajo es en la actualidad de suma cero, que la inmensa mayoría de los jóvenes que egresan de las universidades españolas, con independencia de su titulación, no tendrán un trabajo estable en toda su vida con los planteamientos laborales actuales.

Además, se les dice que el trabajo está cambiando, que deben inventarse su trabajo, que el trabajo en nuestros días requiere cada vez más de un trabajador autónomo en el sentido funcional (el cognitariado de Negri), y mucho menos dependiente de las decisiones de los empresarios o de los directivos. En definitiva, lo que subyace en todo este planteamiento esnobista, que es el discurso oficial de la nueva teoría de los recursos humanos, es el fomento de la ampliación de los elementos subjetivos y psicosociales del contrato de trabajo. Lo que se vende como una mayor autonomía funcional del trabajador no supone sino una mayor transferencia del riesgo empresarial al trabajador sin que se vea compensado económicamente. Todo lo que sea alejarse de los elementos de las condiciones objetivas del contrato de trabajo de las que habló Marx, subjetivizando de hecho la relación laboral, admite la posibilidad de introducir circunloquios y demagogia política.

Publicado en el número 78 de Nova Ciencia. Abril de 2012, páginas 3 y 4.


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