La fuerza de los clásicos en el Cervantes

La fuerza de los clásicos en el Cervantes

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cuatro-estaciones-o-camara-hamburgoLas localidades ya están ocupadas en el Teatro Cervantes de Almería, los asientos rojos de terciopelo lustrados para la ocasión. La audiencia es un público mayormente mayor que lejos de acudir disfrazados de elegancia visten de manera sencilla. Será porque es jueves noche o porque solo han acudido a escuchar un concierto de música clásica, sin impostes, ni remilgos, con sencillez y verdad, como se presentan los músicos de la Orquesta de Cámara de la Nueva Filarmónica de Hamburgo. Crónica por Melanie Lupiáñez.

Los siete componentes interpretaron Las 4 estaciones de Vivaldi, el músico invitado, David Movsisyan, era quien dirigía la orquesta con pequeños gestos antes de cada movimiento y marcando el pulso con sus pies. Disfrutaba de la actuación y sonreía a sus compañeros y, al público en agradecimiento a la ovación que le dedicaron al final de la primera parte. Cuando El Verano cerró la mágica interpretación de la música del compositor veneciano más importante del barroco, capaz de traspasar el tiempo y evolucionar con los instrumentos, que cambiaron timbre y forma, sin dañar las notas y acordes, adaptando la melodía como el agua crea el cauce.

El violinista Movsisyan se despidió del público almeriense con la seguridad de haberse ganado al auditorio y el agradecimiento de sus compañeros agitando el arco contra el atril. Después de un pequeño descanso la segunda parte vino introducida por el Aria suite orquetal No.3 de Bach, a partir de ese momento la dirección del concierto la tomó el concertino Tigran Mikaelyan. Esta tradición donde es el primer violinista, en este caso el chelista, quien hace de director proviene de la época de Vivaldi y Mozart y, enfatiza el matiz independiente a la Nueva Filarmónica de Hamburgo compuesta por melómanos financiados por la recaudación de las entradas, de esta manera pueden hacer una interpretación más libre y en sintonía a sus propios sentimientos y los del público.

El programa transcurrió según lo previsto en una hora y media pasearon por la historia a través de la música, desde el clasicismo de Haydn, pasando por el más romántico de los románticos con las Danzas Húngaras de Bramhs momento “concertazo” en el que los más pequeños se hubieran animado a acompañar el compás de la música. Sin olvidar al postromántico Dvorák y su célebre Humoresque. Las Miniaturas Armenias de Komitas pusieron el broche, la música del sacerdote armenio mártir del genocidio de su pueblo de 1915, cuyas recopilaciones de música popular son a día de hoy un grito mudo hecho armonía sonora.

Y el aplauso, el final y la despedida, una más de propina y vuelta a casa. A la salida un comentario de cómo el deterioro del Cervantes desluce el concierto, cuando es el deterioro de la cultura el que empobrece al ser, sin embargo la mayoría de las voces entre el tumulto de la salida hablaban de lo bonito que había sido el concierto o cuánto les había gustado. El Cervantes desde sus inicios difícil de sostener, sigue siendo el teatro del centro, lugar de encuentro de intelectuales y referencia de nostálgicos.

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