El HLA Mediterráneo alerta del incremento de las intolerancias alimenticias

El HLA Mediterráneo alerta del incremento de las intolerancias alimenticias

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hla hospital_optCada vez más personas visitan la consulta del nutricionista aquejados de distensión abdominal, diarreas, dolor o hinchazón, según alerta el hospital HLA Mediterráneo. Aunque no reconocen un grupo de alimentos en concreto que lo cause, estos problemas digestivos podrían estar relacionados con ciertos carbohidratos de cadena corta presentes en algunos alimentos denominados ‘FODMAP’, Fermentable Oligo, Di, Monosaccharides And Polyols, en sus siglas en inglés, provocan la fermentación de las bacterias propias de nuestro intestino y esos molestos síntomas.

Los FODMAP están presentes en los cuatro grandes grupos alimenticios: los oligosacáridos, que encontramos en cereales (trigo, cebada, centeno) y algunos vegetales (cebollas, puerros, ajos, alcachofas, remolacha o hinojo), frutos secos y leguminosas (guisantes, lentejas o garbanzos). También están en los disacáridos, generalmente presentes en productos que contienen lactosa (leche, bebida de soja, quesos frescos y/o yogur). Los encontramos en los monosacáridos, presentes en la fructosa (manzana, mango, cerezas o sandía), y algunas verduras (espárragos), miel y jarabe de maíz. Y, por último, los polioles (sorbitol, manitol, maltitol y xilitol) fundamentalmente en frutas (pera, albaricoque, nectarina o ciruelas), setas, coliflor y productos como chicles, caramelos de menta y golosinas sin azúcar, además de en los refrescos edulcorados, bebidas alcohólicas, embutidos, carnes procesadas o hamburguesas.

Irene Zamora Soler, nutricionista de hospital HLA Mediterráneo, explica que “el cuadro clínico se complica cuando existen problemas funcionales, es decir, que estos nutrientes no se absorben adecuadamente en el intestino delgado y, por tanto, pasan al grueso sin procesar, produciendo una fermentación mayor de lo habitual y dando lugar a los distintos síntomas”. En aquellos pacientes que además padecen síndrome de intestino irritable o sensibilidad al gluten no celíaca, el consumo de estos nutrientes puede empeorar la patología, por lo que la profesional sugiere que “una restricción de FODMAP podría mejorar e incluso eliminar la sintomatología cuando ésta se presenta”.

Pero, la especialista en alimentación aclara que “esta sintomatología también se produce por el sobrecrecimiento bacteriano o disbiosis (desequilibrio en la microbiota intestinal). Y es que las patologías digestivas tienen diferentes factores y, si la fermentación de FODMAP es causada por la microbiota intestinal y no por el alimento en sí mismo, la solución puede pasar por prevenir y tratar un posible desequilibrio intestinal que se recupera mediante un adecuado tratamiento con probióticos, pero asegurando el consumo de prebióticos o fibra soluble”.

Si se trata de un desequilibrio intestinal “el consumo de FODMAP puede ser beneficioso porque aumenta el volumen del bolo fecal, la absorción del calcio, o la producción de ácidos grasos de cadena corta durante su fermentación, con efecto positivo en la inflamación de tejido y otros mecanismos metabólicos como la resistencia a la insulina”, informa Zamora. Por ello, la restricción debe ser temporal y reintroducirlos paulatinamente”. 

Dieta restrictiva de FODMAP

Es oportuno seguir una dieta restrictiva de FODMAP en aquellas personas diagnosticadas con sobrecrecimiento bacteriano o disbiosis, generalmente causada por sus hábitos alimenticios previos como dietas restrictivas en carbohidratos, y por lo tanto en fibra.  Para pacientes que presentan mala absorción de fructosa, lactosa y/o gluten, síndrome de intestino irritable, colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn.

Si bien es cierto que los alimentos permitidos en una dieta baja en FODMAP son limitados, no por ello descuidaremos una alimentación equilibrada y suficiente. “También hay que tener en cuenta que esta dieta se realiza por un periodo de tiempo concreto, para después reintroducir los distintos grupos hasta llegar a identificar cuáles son los alimentos que nos producen los síntomas”, aclara Irene Zamora.

Lo ideal es comenzar consumiendo aquellos alimentos que tienen bajo contenido en FODMAP. Entre los lácteos, los más adecuados son la leche y derivados sin lactosa y bebidas vegetales de avena y arroz.  En el grupo de las proteínas se permiten pescados blancos y azules, mariscos, pollo, pavo, ternera y buey, conejo, cerdo (parte magra), huevos, quesos semicurados y tofu.

Hidratos de carbono en la dieta

También es posible incluir en nuestra dieta los hidratos de carbono (arroz, quinoa, maíz, patata y trigo sarraceno), ciertas verduras (acelgas, algas, endibia, espinacas, tomate yo zanahoria) y frutas (limón, mandarina, melón, papaya, piña o plátano). Entre las grasas se admiten el aceite de oliva, de girasol, mayonesa si es casera, y margarina. Y para beber, podremos consumir agua, café e infusiones, pero sin azúcar. Es recomendable que la valoración y diagnóstico de un médico digestivo y que un dietista-nutricionista personalice la dieta personalizada que ayudará a valorar la tolerancia, para así evitar carencias o restricciones demasiado bruscas e innecesarias”, concluye Irene Zamora.

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