Suspenso en competitividad

Suspenso en competitividad

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Martínez Vidal y Pedro Molina están decepcionados por la eliminación de CamBio. Foto: José Juan Rodríguez.

Los rankings dibujan al conjunto de universidades españolas como unos espacios de investigación poco competitivos y con un impacto en el panorama científico reducido. Más financiación y eficiencia son clave para aprobar en este campo.

El Espacio Europeo de Educación Superior ha cambiado la estructura de las universidades españolas. Este acercamiento al modelo universitario implantado en el resto de los países de la Unión Europea mira directamente a los ojos al americano, donde las universidades son auténticos centros donde se genera conocimiento de alto nivel e investigación de calidad que, transferida de la manera adecuada, son el primer escalón para alcanzar un avance tecnológico. A lo postre, todo esto se traduce en un impulso económico, al hacer al país más competitivo.

Sin embargo, las universidades españolas tienen mucho terreno por delante para responder a las demandas que les plantea la sociedad de hoy en día, ya no valen unas universidades entendidas como centros de formación de los futuros profesionales e investigadores, sino más bien centros dinámicos en los que se genere un conocimiento que tire de los sectores productivos de los que se rodea.

Para alcanzar estos objetivos, uno de los primeros pasos es conocer el estado real de las universidades de este país, y hacerlo a través de una serie de herramientas y rankings capaces de hacer ver las ventajas y debilidades de los campus españoles, los campus de un país que es la novena potencia mundial en cuanto a producción científica, pero que ha perdido la partida de la competitividad, según el Ranking de 2010 en Producción y Productividad en Investigación de las Universidades Públicas Españolas, realizado por un grupo de científicos de la Universidad de Granada, liderados por Gualberto Buela Casal, y publicado en la revista Psicothema.

Este trabajo realizado por los investigadores granadinos analiza el estado de la producción científica en las 48 universidades públicas del país, a partir de las cifras referentes a 2010, y revela algunos datos a tener en cuenta como la falta de competitividad de nuestras universidades en el contexto del Espacio Europeo de Educación Superior, así como una todavía insuficiente presencia en Internet, lo que reduce el impacto de los trabajos desarrollados en los campus públicos de todo el país. ¿Y la almeriense? ¿También cae en los mismos errores que la mayoría de las universidades públicas de este país?

La Universidad de Almería no es una excepción a esta regla. El campus almeriense aparece en torno a puesto treinta en cada una de las clasificaciones realizadas por este grupo de investigadores granadinos, y comparte con el resto los mismos aspectos a mejorar para que su investigación revierta más directamente en los sectores productivos que hacen avanzar a esta provincia. En los últimos años se ha trabajado muy duro para avanzar en este sentido, y los esfuerzos no han tenido los resultados aceptables, según declara a esta revista el vicerrector de Investigación de la Universidad de Almería, José Luis Martínez Vidal, a la vez que reconoce que deben acometerse cambios para hacerla más competitiva y mejorar las posiciones que la almeriense ocupa en los diferentes rankings.

Después de analizar distintos trabajos en los que se mide el impacto y la producción científica, la Universidad de Almería recibe una puntuación que la dejan en la parte media-baja de las clasificaciones, algo que debe relacionarse con su tamaño, aunque esto no es excusa para el responsable de la parcela de investigación en el campus de La Cañada. Trabajos como el Ranking ISI, que mide la producción agrupada en parcelas científicas, o Webometrics, que mide la visibilidad de las universidades en Internet, revelan que todavía hay mucho que hacer en la Universidad de Almería, al tiempo que señalan la línea ascendente que ha tomado la almeriense.

Cuando se habla de la producción de la investigación en la Universidad de Almería, y en cualquier otra universidad, hay que atender a la parcela económica, es decir, al presupuesto que reciben los científicos para llevar a cabo su trabajo investigador. En este sentido, José Luis Martínez Vidal lamenta el descenso de fondos que ha habido en los últimos años, por culpa de la crisis económica, y que ha retrotraído los presupuestos destinados a investigación a cifras similares a las que se manejaron en 2006. Y el problema no está tanto en la reducción del presupuesto destinado a investigación, sino también en la deuda que mantienen administraciones como la Junta de Andalucía, y que alcanza actualmente los cuatro millones de euros, según los datos facilitados por Martínez Vidal, algo que contrasta de forma radical con la práctica del Gobierno Central que actualmente “está al día” en cuanto a sus compromisos adquiridos en la parcela de la investigación.

Como resultado de estas deudas, la investigación de todos los grupos de la Universidad de Almería está “ralentizada” desde 2009, a pesar de que han sido muchos los casos en los que la propia Universidad ha adelantado el dinero de sus fondos, pero todo se acaba y no se puede hacer frente a todos los compromisos incumplidos por otras administraciones. Además de la ralentización en la investigación, esta reducción en el presupuesto que se dedica a la investigación se traduce, de manera directa, en una menor producción y en menos renovación de investigadores, índices que se ven reflejados en los distintos rankings y que hacen que las universidades españolas estén muy lejos de las punteras a nivel internacional, en su mayoría norteamericanas.

A pesar de estas cifras negativas, el máximo responsable de la investigación de la Universidad de Almería se siente satisfecho con los resultados de los rankings. “La Universidad de Almería es razonablemente competitiva e innovadora, porque se ha especializado”. A pesar de que reconoce que hay aspectos a mejorar como la “calidad” de las investigaciones y hacerlas más “innovadoras”. Lanza una idea que es clave para mejorar la competitividad no sólo de la Universidad de Almería, sino también del conjunto de las universidades españolas, como la apuesta por una investigación novedosa, una investigación “que no sea repetitiva”.

El Ranking de Producción y Productividad en Investigación de las Universidades Públicas de España contempla media docena de criterios con los que medir la capacidad de producción científica de las universidades españolas, seis criterios con los que pulsar el estado real de la investigación de nuestro país.

El número de artículos publicados en revistas del Journal Citation Reports (JCR); los tramos de investigación, definidos como el número total de sexenios de investigación obtenidos por los profesores funcionarios; el número de proyectos I+D adjudicados en la convocatoria de 2010; el número de tesis doctorales desde 2004 a 2009; la cantidad de becas de Formación de Profesorado Universitario (FPU); los doctorados con Mención de Calidad; así como el número de patentes registradas y explotadas de cada universidad. Todos éstos han sido los criterios utilizados por el profesor Buela Casal y su equipo para elaborar un ranking que tiene en cuenta las características reales de nuestras universidades, que responde a la necesidad de aunar criterios a la hora de medir la calidad de las universidades, para ganar en credibilidad, explica.

Con los resultados obtenidos se puede afirmar que las universidades españolas más productivas en investigación en el año 2010 fueron la Pompeu Fabra, la Pablo de Olavide, la Autónoma de Barcelona, la Politécnica de Valencia y la Rovira i Virgili. Sin embargo, las que tienen una mayor producción son la Complutense de Madrid, la Universidad de Barcelona, Granada, Autónoma de Barcelona y Valencia. Del mismo modo, este estudio pone de manifiesto que “se puede comprobar que seis de las doce universidades con una mayor producción (60%) se sitúan también dentro de las doce primeras posiciones en las más productivas”.

El concepto de productividad científica es muy tenido en cuenta en el contexto actual ya que, como indican los autores del estudio, “la financiación que reciben las universidades es fundamental y se relaciona con su productividad en investigación”. Además, recomiendan potenciar los Campus de Excelencia Internacional, “financiándolos adecuadamente, tanto con fondos públicos como privados, para favorecer la investigación”.

De este trabajo se desprende que la Universidad de Almería ocupa el puesto 33 de 48 en cuanto a producción total de contenidos científicos, una posición que coloca a la almeriense en la parte media-baja de la tabla. Sin embargo, esta posición es comprensible en la medida en que la Universidad de Almería es una de las de menor tamaño del país. Si se atiende a la productividad, es decir, la producción científica en función del número de profesores, la almeriense ocupa el puesto 30 de la tabla de las 48 universidades públicas españolas. Es significativo comparar el caso de la Universidad de Almería con la Pablo de Olavide. Ambos campus son de creación reciente, mucho más el de la Pablo de Olavide, que nació en 1997, y el número de alumnos se sitúa entre diez y quince mil. Sin embargo, los resultados de productividad de la universidad sevillana son mucho mejores que la almeriense. La Pablo de Olavide, a pesar de ocupar el puesto 48 en producción total, ocupa el segundo puesto en la clasificación de productividad. Ésta puede ser un ejemplo a seguir por la universidad de Almería, en la medida en que se trata de una universidad de pequeño tamaño, que ha identificado una serie de campos en los que especializarse y que los potencia hasta convertirse en referente.

Este modelo de universidad especializada es el que ha comenzado a instalarse también en Almería, con una apuesta firme y decidida por los sectores agroalimentario y medioambiental. Fruto de esta tendencia ha sido la inclusión de la universidad de Almería en tres proyectos de Campus de Excelencia relacionados con estos sectores, dos de ellos aceptados por el Ministerio de Educación y ya en marcha, como el Agroalimentario y el del Mar, y un tercero, centrado en los estudios relacionados con el medio ambiente, que no fue capaz de superar las exigencias del jurado internacional.

Como recomiendan los autores del estudio, “la tarea de la universidad española es seguir consolidando las estructuras científicas y mejorar sustancialmente todos los mecanismos de transferencia, sobre todo desde la aparición, en 2009, de los nuevos Campus de Excelencia Internacional, que dan la oportunidad de ser más competitivos y de atraer a las universidades españolas a alumnos, profesores e investigadores de otras partes”.

Queda todavía mucho trabajo por hacer y muchas reformas que emprender, para acercar los campus españoles a los de nuestro entorno más cercano, y no sólo por la satisfacción de vernos en los puestos de honor de los rankings internacionales, sino también por el hecho de que con una investigación de calidad y productiva se puede pensar en la creación de un país con un sector tecnológico fuerte, capaz de consolidar la economía y hacerla más fuerte ante los vaivenes que marca el devenir de los mercados.

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