Rufián Dichoso, obra tan brillante como sencilla

Rufián Dichoso, obra tan brillante como sencilla

Crónica por Melanie Lupiáñez.

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El Rufián Dichoso se pudo ver en el Maestro Padilla.
El Rufián Dichoso se pudo ver en el Maestro Padilla.

El Rufián Dichoso se estrenó el pasado sábado en el auditorio Maestro Padilla de Almería. Esta obra de Cervantes representativa de las comedias de santos no podía faltar en la programación de las 34º Jornadas de Teatro del Siglo de Oro de Almería. La vigencia de esta obra 400 años después sigue porque las virtudes y defectos que representa son inherentes al hombre.

Una puesta en escena minimalista, el esqueleto de una escalera de metal y unos andamios cubiertos con telas donde se proyectaban los diferentes escenarios permitían la introducción de una escena a otra. Ante la desnudez del escenario brillaron las interpretaciones de los actores, el diseño de la iluminación a cargo de Alberto Yagüe y, el vestuario a cuenta de Pablo Porcel. Como destacable fue el coro que introdujo y despidió la obra, a modo de periplo, como si la vida solo fuera un lapso, un viaje con el mismo punto de partida y llegada.

La música estuvo presente durante la representación, los intérpretes sacaron su faceta de cantantes para introducir por ejemplo al espectador en los bajos fondos de aquella Sevilla del siglo XVII. Uno de esos momentos destacables fue el dúo entre el protagonista, Nicolás Illoro, y el que hiciera de guitarrista, Raúl Pulido en un cantar atrevido y descarado, de madrugada bajo la ventana de unas mozas de no buena reputación. El humor, la gula, la parte más sensitiva la puso Pablo Vázquez en su interpretación de Lagartija.

La propuesta de Rodrigo Arribas y Verónica Clausich sorprendió como no puede ser de otra manera cuando en teatro se rompe la cuarta pared y es todo el auditorio el que toma parte en la obra. Cuando al final de la obra sucedió que el Fraile, José Juan Sevilla, aparecía por la platea un murmullo se hizo por la sala que absorta en el escenario no pudo ver al personaje hasta que irrumpió a voces por el pasillo y se aproximó a la tarima.

Como no podía ser de otra manera la obra terminó con un caluroso aplauso. Una despedida más que merecida para esta cuidada representación de un clásico tratado con tanto respeto y mimo.

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