Opinión: A Pepe Morcillo del Balneario San Nicolás y su equipo

Opinión: A Pepe Morcillo del Balneario San Nicolás y su equipo

Artículo de Isabel de Juan, gerente de ASHAL.

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Creía que con cincuenta y tantos años y cierto bagaje vital en mi juventud, lo había visto todo, pero el Covid 19 y sus efectos colaterales han hecho saltar por los aires esta infantil idea.

Y lo cuento:

El pasado 7 de abril nos llegó una petición de ayuda por parte de Cruz Roja Almería para que un grupo de refugiados, la mayoría familias con hijos, pudiera alojarse durante el tiempo que resta de la cuarentena en alguno de nuestros hoteles asociados.

Tras reenviar petición y no obtener respuesta alguna (la practica totalidad del sector de alojamiento turístico ha cerrado sus instalaciones y tiene solicitados ertes para sus trabajadores)  me puse en contacto con José Morcillo del Balneario San Nicolás para trasladarle esta petición y, quien conozca a Pepe y a su equipo, ya puede adelantarse la respuesta, casi inmediata, que me dio.

Poner en funcionamiento un establecimiento como el Hotel Balneario San Nicolás, cerrado desde que se declaró el Decreto del Estado de Alarma, con más de 80 habitaciones… ascensores, calderas, equipos de frío, personal de cocina, de servicio, de recepción,  de lavandería y otros, contactos con proveedores de alimentación, bebidas y demás equipamiento, no es fácil… como tampoco lo es tomar la decisión de poner en marcha el engranaje para poder acometer el reto de poder abrir las puertas con todo en perfecto estado de revista para las 16,00 h. del día 8 de abril. Pero Pepe la tomó… quien dijo miedo a  un hombre con casi  de 70 años y mucho padecido, sin ninguna necesidad de complicarse la vida, desde los 9 ayudando a su madre viuda a levantar un pequeño negocio de hostelería con jornadas interminables … con  esa actitud ante la vida que hace a algunos sobresalir del resto. Pepe pulsó el botón de encendido. 

Pero…  con lo que no contaba ni Pepe, ni su equipo … exhausto por el esfuerzo titánico de tensar todos los cabos sueltos para que el velero pudiera surcar las aguas con garantías de éxito …  ni Rosalía, ni María, ni yo ni nadie… fue que se levantara una tormenta de insolidaridad, de egoismo vomitoso, de miedo irracional e injustificado que hiciera naufragar –con el barco en marcha- todo el esfuerzo… y de repaso, la esperanza de sus destinatarios y de decenas de voluntarios implicados en el reto.

Y sólo se me ocurre pensar que estamos en Semana Santa… aunque por las jornadas de trabajo agotadoras y el encierro no lo parezca… y que no hemos aprendido nada de nada de nada … y que esa historia de hace 21 siglos se repite cada día en la puerta de nuestras casas y no queremos verla… y seguimos pensando en algo o alguien que pasó en pasado y no en presente… porque esos refugiados, esas familias con niños, esos que podíamos ser nosotros de no haber tenido la suerte de caer aquí, ayer estaban pasando a nuestro lado con su Cruz a cuestas… 

Muchas gracias Pepe Morcillo y a su equipo por eso… sólo por eso.

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