Si el pasado año Miguel Poveda tenía el honor de abrir la cuadragésimo novena edición del Festival Flamenco de Almería, este sábado fue el encargado de poner el colofón final a una programación del Área de Cultura, Educación y Tradiciones del Ayuntamiento de Almería ha venido desarrollando desde el pasado 13 de julio para conmemorar por todo lo alto las bodas de oro de uno de los festivales con más reputación del país.
Y lo hizo con la misma sensación placentera de dejar satisfecho a un público que, como ocurriera en la noche anterior con Tomatito, José Mercé y Eva La Yerbabuena, agotó las entradas dando como resultado una Plaza de la Catedral repleta.
Los registros de Miguel Poveda son tantos que su abanico de elección a la hora de afrontar un repertorio, una actuación, son casi infinitos. De todo su potencial, el cantaor catalán de nacimiento y andaluz de adopción eligió quedarse ni con la parte coplera “ni con las canciones que me acompañaron la pasada gira”, la de ‘Sonetos y Palabras Para La Libertad’, “sino que vamos a cantar todo flamenco puro, que me hace mucha ilusión porque me recuerda a los tiempos de cuando empezaba”. Así lo refrendó en sus casi dos horas sobre el escenario.
Abrió Poveda el recorrido por su flamencología particular por malagueñas de la Peñaranda y abandolaos. Una entrada poderosa, con estrofas clásicas de Enrique Morente como el ‘Ni Quien Se Acuerde De Mí’. Contemporizando palos duros con otros más melódicos, una amplia tanda de alegrías fue la continuación de su actuación, en la que estuvo acompañado por la guitarra, siempre certera e inspirada, de Juan Gómez ‘Chicuelo’, con las palmas de Diego Montoya y Carlos Grilo y la percusión de Paco González.
Con confesiones personales durante la actuación, en una constante referencia a los asistentes, Poveda explicó cómo de niño, en los viajes con su padre “en un Renault 8, lo que había”, metían en el casette cintas de Lole y Manuel. Así, desplegó un popurrí repleto de referencias a una de las parejas flamencas más famosas del mundo flamenco. Fragmentos de ‘La Plazuela y El Tardón’, de ‘Todo Es De Color’ o de ‘Nuevo Día’, sonaron vibrantes en un emocionado Miguel Poveda. Por seguiriyas de Antonio Mairena cerró la primera parte de la actuación, mientras ‘Chicuelo’ daba sobradas muestras de su capacidad para el compás y su rasgueo limpio.
Escalada final en la segunda parte
Con cambio de vestuario, ya sin chaqueta, Miguel Poveda entró con la misma jondura en la segunda parte del recital, con unos tarantos en los que hizo guiño a la peña El Morato, como también lo haría después a la peña El Taranto, “que fue uno de los sitios donde di mis primeros pasos como profesional y que no olvidaré nunca, como tampoco el tomate Raf que me dieron después”, confesaba. Tras unos largos tangos y tientos en los que dio muestra de su capacidad para el baile, el artista siguió con sus reconocimientos y homenajes, dedicando, como hiciera con canciones anteriores con Juan Carmona ‘El Habichuela’, la tanda de fandangos a Juana la del Revuelo, la última cantaora con delantal, de la vieja escuela, y que fallecía también el pasado mes de junio. Incluso recordó un fragmento de su ‘Sevilla es de chocolate’.
Con el público entregado, Miguel Poveda regaló una tanda de soleás por bulerías y fin de fiesta en las que volvía a recoger el cariño y aplauso prolongado de un público que disfrutó del brillante cierre de una edición del Festival Flamenco para el recuerdo.
Tomatito, Mercé y Eva La Yerbabuena
Con una terna de artistas tan brillantes y reputados en cada una de las disciplinas no era difícil prever que la noche del viernes iba a ser mágica. El carisma de Tomatio, José Mercé y Eva La Yerbabuena desfiló por el escenario de la Plaza de la Catedral en una de las citas más esperadas del 50º Festival Flamenco de Almería.
Así, con el recinto completo, fue José Fernández Torres, ‘Tomatito’ el primero en salir a escena. Almería siempre tiene ganas de Tomatito y él de dar lo mejor de sí en su tierra. Acompañado por sus hijos José del Tomate a la guitarra y MariÁngeles Fernández en el cante, Piraña en la percusión, Antonio Serrano en la armónica y Simón Román en el cante, el artista almeriense arrancó por tangos festivos, una buena bienvenida para la larga velada que venía por delante. Y es que su repertorio mezcló palos clásicos del flamenco, como también una extensa tanda de bulerías, con otras piezas más contemporáneas como el ya eterno ‘Two Much Theme’ o aires de tango argentino con aires franceses gracias a la armónica de Serrano. El fin de fiesta lo dedicó al maestro de la guitarra recientemente desaparecido Juan Carmona ‘El Habichuela’.
José Mercé, “un almeriense más”
Que el cantaor jerezano tiene una especial vinculación con Almería es algo conocido y cada vez más estrecha. “Soy un almeriense más”, aseguraba antes de entregarse a los palos más clásicos del flamenco. “Hay mucha confusión en el flamenco hoy y vamos a hacer cantes tristes, la música del país, la ‘marca España’”, apuntó tras una entrada que resonaron malagueñas de Enrique el Mellizo y una tanda de soleás que terminaron por entonarle y calentar la voz. A partir de ese momento la actuación fue de menos más. Mercé se remangó y ofreció una tanda de seguiriyas de categoría. Con ese sabor a triunfo viró hacia las alegrías de su tierra donde se maneja con maestría. El recital terminó con unas generosas y desmedidas bulerías donde no solo se animó al baile, sino que despachó media docena de estrofas sin micrófono alguno. Como regalo final, si hace dos años fue su versión de Luis Eduardo Aute de ‘Al Alba’, anoche hizo lo propio con ‘Aire’, una de sus canciones más reconocidas, de las que le han hecho trascender los límites del flamenco para convertirlo en una estrella mediática.