Segundas partes también son buenas, Sabina regresa hoy al Auditorio de Roquetas

Segundas partes también son buenas, Sabina regresa hoy al Auditorio de Roquetas

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Después de anoche se pasara casi tres horas sobre el escenario, Joaquín Sabina regresa hoy de nuevo al Auditorio de Roquetas para cumplir con su segunda cita almeriense y demostrar su buen estado de forma creativo y físico. ‘Vinagre y rosas’, último trabajo del artista, ha sido la excusa perfecta para que Sabina se eche a la carretera para recorrer las principales plazas del país.

En la noche de ayer, cerca de 1.500 personas recibieron a este poeta urbano. Ávidos de sus temas y con muchas ganas de conocer en directo las canciones de su nuevo disco y recordar los grades himnos que Sabina ha aportado a la memoria colectiva, los seguidores almerienses se entregaron desde el primer momento de la actuación.

En la cita roquetera, Sabina presentó un repertorio que no dejó en el olvido ninguno de los temas que lo han encumbrado a los puestos más altos en la música española, un repertorio de casi tres horas, en las que el músico y poeta mostró su visión ácida de la vida y su sentido estético para afrontar el día a día.

Esta noche, nueva cita con Sabina que cumplirá con otras 1.500 personas en un concierto para el que no quedan entradas.

Han pasado tres semanas desde que saliera el disco de Sabina y ya ha conseguido dos Discos de Platino en España y apunta a convertirse en el álbum más importante de las navidades 2009. Vinagre y rosas rompe cuatro de silencio, casi un lustro sin nuevas canciones de Joaquín Sabina, y su aparición se ha convertido en un acontecimiento en la música y la cultura españolas.

Es un álbum en el que, como dice el poeta Luis García Montero, “Joaquín se ha abierto más que nunca, y sin embargo es también más Joaquín que nunca”. Justa definición para uno de los grandes trabajos de un artista que lleva almacenando en el disco duro de nuestra memoria un buen puñado de canciones imborrables desde que apareció su primer disco, allá en 1978.

Desde entonces han pasado 31 años, ha publicado 18 discos de los que ha vendido más de nueve millones de ejemplares y Joaquín Sabina sigue cuidando y puliendo las palabras. Tiene el gen, y las 14 canciones Vinagre y rosas lo confirman por decimonovena vez. Firmando al alimón con Benjamín Prado las letras de diez de ellas, una con Luis García Montero y otra con Violeta Parra (1917-1967), Joaquín Sabina vuelve a mostrar su capacidad creativa.

Tiramisú de limón  es el primer single de Vinagre y rosas y una de las dos canciones del nuevo tándem Sabina-Pereza que aparecen en el disco. Un tema rotundo, con letra de Joaquín Sabina y Benjamín Prado y música de Leiva de Pereza. Leiva y Rubén (es decir, Pereza) asumen la producción y lo tocan casi todo: batería, bajo, guitarras.

También hacen los coros, junto a Guti, Joan Manuel Serrat, Antonio Gª de Diego y Pancho Varona. Tiramisú de limón comienza acústico con cierto aire porteño a cargo del acordeón de César Pop para transformarse en uno de esos enérgicos rock en medio tiempo que Sabina siempre borda. Con un estribillo definitivo y un desarrollo clásico de libro, es una canción que une las chulerías de Sabina y Pereza, con vocación de convertirse una vértebra más de la columna imprescindible que sostiene su obra y pone la base agridulce que recorre todo el álbum.

 

 

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