Científicos presentan una serie de recomendaciones que podrían aminorar la contaminación atmosférica

Científicos presentan una serie de recomendaciones que podrían aminorar la contaminación atmosférica

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Resultado de las conclusiones del proyecto europeo Airuse Life+ y coordinado por el CSIC, científicos proponen una serie de consejos y sugerencias que contribuirían en la reducción de la contaminación atmosférica. Se presenta ante la Comisión Europea un proyecto, ya desarrollado en Atenas, Barcelona, Florencia, Milán y Oporto, que plantea sugerentes proposiciones tales como certificar calderas y controlar el acceso de los coches más contaminantes al centro de la ciudad.

La contaminación por partículas en suspensión es uno de los mayores problemas ambientales. Pueden ser inhaladas por las personas y se cree que agravan muchas enfermedades pulmonares y cardiovasculares. Científicos de siete instituciones, entre ellas el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han entregado a la Comisión Europea y a diversas administraciones estatales y regionales recomendaciones para mitigar esta contaminación en las ciudades del sur de Europa. Se tratan de las conclusiones del proyecto Airuse Life+, que se ha desarrollado durante tres años en las ciudades de Atenas, Barcelona, Florencia, Milán y Oporto.

Como apunta Xavier Querol, investigador del CSIC en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) y coordinador de Airuse Life+, este tipo de contaminación tiene condiciones y fuentes de emisión particulares que son más relevantes en el sur que en el norte de Europa. “El hecho de que la lluvia sea menos abundante en el las ciudades del sur hace que la atmosfera no se limpie y las partículas estén continuamente en suspensión”, señala Querol.

Entre las fuentes de emisión que provocan la contaminación ambiental se encuentran las emisiones del tráfico rodado, las industrias, los barcos, el polvo de las obras, el polvo africano, el doméstico y el de los parques (que son a menudo de tierra, frente a los parques con hierba de los países nórdicos). Según apuntan los investigadores, otra fuente de partículas que está aumentando es la quema de biomasa.

De las diversas recomendaciones que los científicos han comunicado a las autoridades se ha señalado certificar las estufas, calderas de biomasa y pellets (un tipo de combustible granulado alargado y prensado a base de madera) que se comercializan. “Es clave su regulación ya que algunos de los pellets que se están utilizando, como los de madera reciclada, arrojan niveles muy importantes de contaminantes y actualmente no hay ninguna certificación en los países del sur de Europa”, apunta el investigador. Además también se ha mencionado el riego de las calles tres o cuatro horas antes de la hora punta del tráfico para reducir las resuspensión de las partículas, el uso de nanopolímeros para evitar la creación de polvo en parques de tierra, la implantación de zonas de baja emisión en las ciudades a las que se prohíba la entrada de los vehículos más antiguos que consumen diésel y medidas para favorecer la entrada de coches eléctricos, entre otras.

En España, estas sugerencias se han trasladado al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, al Departament de Medi Ambient de la Generalitat de Cataluña y a los ayuntamientos de Barcelona y Madrid. Además, los científicos han revisado las medidas que se aplican en las ciudades del norte y el sur de Europa para comprobar su eficacia. Así han llegado a la conclusión, por ejemplo, de que Alemania es uno de los pocos sitios donde la implantación de zonas de baja emisión ha sido efectiva.

Dicho proyecto se enmarca en el programa Life+ de la Unión Europea, que financia proyectos que contribuyen al desarrollo en materia medioambiental. Junto al personal del CSIC han participado investigadores del Centro Nacional para la Investigación Demokritos (Grecia); la Universidad de Aveiro (Portugal), la Universidad de Estudios de Florencia (Italia); el Instituto de Tecnología Cerámica, de la Universitat Jaume I de Castellón; la Universidad de Birminghan (Reino Unido); y de la Agencia Regional para la Protección del Medio Ambiente de Lombardia (Italia).

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