¿Cómo le ponemos al niño?

¿Cómo le ponemos al niño?

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Amparo Larrañaga, Jorge Bosch, Antonio Molero, Kira Miró y César Camino hicieron disfrutar el sábado al público que se dio cita en el Teatro Auditorio de Roquetas con el montaje ‘El nombre’. Se trataba de una comedia excelente, con un reparto de lujo y un texto que en todo momento tiene al público pendiente de lo que ocurre en el salón de una casa.

Sin duda, el hecho de decidir el nombre que se va a poner a un bebe que todavía esta en el vientre de su madre centra la trama de esta obra, donde todos los actores rebosan profesionalidad y saber estar sobre las tablas. Es una obra de conflictos a priori banales pero en realidad profundos y sustanciales.

Jordi Galcerán ha adaptado para las tablas españolas el exitoso original de Matthieu Delaporte y Alexandre de la Patellière, un texto que engancha a la primera mediante una fórmula imbatible; desde una situación cotidiana emergen los conflictos y los sentimientos más profundos del ser humano, provocando una identificación inmediata del espectador.

La premisa de la comedia, que dirige Gabriel Olivares, es la elección del nombre de un bebé, una decisión en principio de poca enjundia que sin embargo desata un vendaval de verdades escondidas y cuentas pendientes. Amparo Larrañaga es Isabel, Antonio Molero su marido Pedro, Jorge Bosch y Kira Miró son los primerizos padres Vicente y Ana, y César Camino es Carlos, un amigo de la infancia.

Las dos parejas y el amigo han quedado para celebrar con una cena la próxima llegada del bebé. Cuando el futuro padre responde a la pregunta del nombre escogido, su respuesta deja a todos boquiabiertos. La decisión esta tomada se llamara Adolf. A partir de ahí se genera un divertido debate que acabará creando un conflicto detrás de otro, cada cual más hilarante. Nadie quiere ese nombre que recuerda a Hitler.

La trama parte de un primer conflicto de importancia relativa, cuyas consecuencias pronto irán agrandándose y haciendo aflorar los verdaderos problemas latentes de los personajes. Todo ello con un lenguaje especialmente mordaz y con la habilidad de hacernos sentir que las situaciones planteadas les han podido ocurrir a todos en algún momento de sus vidas.

La identificación con los personajes es inmediata, cercana. Cualquier familiar, amigo, marido o esposa ha podido vivir esa situación: la de un viejo rencor guardado, la de tomar partido por algo o por alguien. Pero ojalá siempre todos los conflictos pudieran tratarse en la vida real con el mismo sentido del humor que transmite esta obra.

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