El proyecto de la construcción de los refugios, en el ciclo Documento...

El proyecto de la construcción de los refugios, en el ciclo Documento del Mes

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refugio-pescaderia-documento-mesEl delegado territorial de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía, Alfredo Valdivia, presentó, ayer, en el Archivo Histórico Provincial de Almería el denominado “Documento del mes”. En esta ocasión se expone el proyecto de construcción de un refugio subterráneo en el barrio de Pescadería, realizado en 1938 por el ingeniero Eusebio Elorrieta y Artaza a instancias de la Junta de Obras del Puerto de Almería.

Valdivia ha estado acompañado por la directora del Archivo, María Luisa Andrés y por el doctor en Historia Contemporánea y experto en la Guerra Civil y en la represión franquista, Eusebio Rodríguez, que ha contextualizado el documento presentado.

El delegado de Cultura ha incidido en que en el 80 aniversario del terrible bombardeo nazi sobre Almería, “no han querido dejar pasar la oportunidad de dar a conocer un documento que recoge la construcción de una de las principales formas de defensa que tuvieron los habitantes de la ciudad ante esos bombardeos, los refugios subterráneos”.

Por ello -indica Valdivia- se expone un documento que “nos habla de la construcción de esos refugios excavados en la tierra para permitir el cobijo de los vecinos cuando eran avisados, mediante una sirena, de que se iba a producir un ataque aéreo, buscando salvar sus vidas metiéndose en ellos”.

Los refugios se construyeron repartidos por la ciudad a instancias de los vecinos, en un principio y de las instituciones locales y estatales después. El que se muestra este mes en el Archivo Histórico provincial se debe a la acción de la Junta de Obras del Puerto que tomó también parte activa en la construcción de los refugios y proyectó uno a levante del puerto, otro en el andén de costa y otro a poniente, en el barrio de Pescadería.

El proyecto del refugio de Pescadería, el que se muestra en el Archivo, se hizo dado el enorme interés de proteger a los obreros y empleados del puerto de la Junta de Obras del Puerto que trabajaban en la zona de poniente del mismo y a los pescadores que vivían en este barrio ya que cumplían una misión esencial en esos momentos de guerra. Eran los suministradores del pescado, no sólo a la población almeriense en general sino también al frente militar en unos momentos en los que era muy complicado conseguir víveres para alimentar a la población y al ejército republicano.

El delegado de Cultura ha señalado que se trata de un proyecto magnífico y completo que ha conservado la memoria, el presupuesto, la planimetría, el pliego de condiciones para su ejecución y que justifica la tecnología, sistema y materiales con los que se iba a construir el refugio para que soportara los impactos de las bombas que lanzaban los aviones”.

El experto en el tema, Eusebio Rodríguez Padilla, ha explicado que los refugios representan el elemento diferencial de esta capital con respecto al resto de provincias que nos rodean pues ninguna cuenta “con unos refugios heredados de la guerra civil, tan bien conservados, con más de cien entradas, profundidad de nueve metros y una distancia sin parangón como son los cuatro kilómetros y medio de galerías subterráneas”.

Se construyeron en Almería muchos y variados refugios de barrio (los promovidos por los Comités de Distrito) y otro, el grande, que recorre todo el centro de la ciudad, de norte a sur, para dotar de protección a todos los vecinos del centro urbano. En total -señala Rodríguez Padilla- unas 50.000 personas pudieron sentirse seguras cuando escuchaban las sirenas de alarma de la aviación rebelde.

También ha indicado que el conjunto construido, por la casi totalidad de los vecinos almerienses y llegados de otras partes, como los malagueños y asturianos liberados de Carchuna (Granada), dieron cobijo a todo el que lo necesitó, sin distinciones de ninguna clase. “Los trabajos realizados son un ejemplo de superación, ingenio, capacidad, tesón y coraje, en unos momentos especialmente complicados, donde las obras se paralizaban por razones tan dispares como la insuficiente alimentación de los trabajadores, que les impedía realizar tareas de gran dureza, o la falta de cemento en una capital donde la presencia de su puerto, debía ser suficiente para garantizar el abastecimiento de alimentos y materiales de construcción”.

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