La Iglesia Parroquial de El Ejido acogió, el sábado, la lectura del V Pregón Municipal de Semana con un solemne y emotivo acto que reunió a gran parte del mundo cofrade del municipio, entre los que también se encontraban autoridades civiles y religiosas, representantes de asociaciones y colectivos de la localidad, así como los miembros de la Corporación Municipal que estuvo presidida por el alcalde, Francisco Góngora.
El acto, que arrancó pasadas las nueve de la noche y se prolongó hasta la medianoche, contó además con la interpretación de tradicionales marchas procesionales a cargo de la Banda Sinfónica de El Ejido, la Asociación Músico Cultural Daliense y el Coro ‘Cristo de la Luz’, así como con la voz flamenca de la ejidense Ángela Cuenca que recreó las saetas más representativas de la Semana Santa española.
Posteriormente, tomó la palabra la segunda teniente de alcalde y concejala de Cultura del Ayuntamiento de El Ejido, Julia Ibáñez, quien agradeció la presencia de los asistentes y dio paso a la salutación del alcalde de El Ejido, Francisco Góngora, de quien dijo que «es una persona muy comprometida con la fe cristiana heredada de sus mayores».
Sería el alcalde el que aludiría al arraigo que está adquiriendo este acto, así como a la importancia que éste tiene hoy para cofrades, comunidad cristiana y, por supuesto, los ejidense, ya que lo “celebramos en este periodo de Cuaresma que llega para recordarnos no sólo la venida de la Semana Santa, sino el inicio de ese periodo de reflexión de penitencia, de conversión espiritual, en definitiva, de tiempo de preparación al misterio pascual”.
Para el alcalde de la ciudad, «la Semana Santa debe de ser entendida, como una parte importante de nuestra cultura e historia y esa época de fervor dónde todos hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de esas creencias que están ahí, más en el interior o exterior, pero, sin duda, en el corazón de los que compartimos con fervor estos días para hacer posible que El Ejido viva, un año más, con recogimiento la Pasión de Cristo”.
Para el regidor “no nos debemos asustar ante la expresión máxima de un sentir y una festividad a la que asistimos, desde hace siglos, con devoción y fe para recordar la muerte y resurrección de Cristo, así como su sacrifico de vida por la salvación de los hombres y mujeres que hoy conformamos esta sociedad que, a pesar de los cambios experimentados, sigue teniendo entre sus raíces de forma arraigada esta tradición religiosa”.
Asimismo, Góngora quiso agradecer «el trabajo desinteresado que, día tras día, realizan las hermandades y cofradías ejidenses; que, con su entrega generosa, persistente y solidaria, realizan una labor callada en favor de aquellos que más lo necesitan, a pesar de las dificultades propias». De ahí que el alcalde afirmará que “en El Ejido podemos sentirnos orgullosos de esa labor que realizáis de forma desinteresada sin perder ni un ápice de esa entrega generosa, persistente, solidaria y de esfuerzo que os caracteriza”.
El alcalde se dirigió directamente a los cofrades para decirles que “volveréis a salir a la calle para recrear la Pasión de Cristo y, sobre todo, para mostrarnos parte de nuestra rica tradición cultural, fiel reflejo de siglos de historia, que cada año atrae a más visitantes para emocionarse con esa estación de penitencia y, por qué no, para respaldar y elogiar el esfuerzo de todos esos cofrades y hermanos realizan por mantener viva esa renovación de aquellos valores que Cristo nos enseño y que, año a año, trasmitimos a través de esta liturgia religiosa”.
Por último quiso Góngora manifestar “su deseo, como alcalde, de que los ejidenses participen en todos cuantos actos y celebraciones han sido preparadas por las hermandades y cofradías, las parroquias y el propio Ayuntamiento, porque sin vosotros, sin vuestra colaboración, nuestra Semana Santa no podría ser lo que hoy es».
Un pregón de fe
Tras la intervención del edil le llegó el turno al protagonista de la noche, al párroco Jesús Zapata, quien, de un modo muy emotivo y entrañable, pregonó a la Semana Santa ejidense a través de las a las tres virtudes teologales; la fe, esperanza y la caridad. Lo haría con un pregón dividido en bloques en el que dejó patente el amor a Cristo y su sacrificio por todos nosotros.
Para Zapata “la fe de un pueblo tiene su expresión máxima en la religiosidad popular o manifestación pública de lo sagrado. Así recobra sentido el sacar las imágenes a la calle, compartir nuestra fe con aquellos que observa minuciosamente al paso de nuestros tronos e imágenes”. De hecho, según aludió, “La religiosidad popular es sencillamente la religiosidad del pueblo, de las gentes que viven y no pueden por menos que expresar públicamente, con sincera y sencilla espontaneidad, su fe cristiana, recibida de generación en generación, y que ha ido configurando la vida y las costumbres de todo un pueblo. La piedad popular es un modelo de la encarnación de la fe en las realidades culturales, que las impregna y al mismo tiempo se enriquece con ellas”. Y aludió al perdón como algo “importante e imprescindible”, para participar en la rememoración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Durante el pregón, cargado de poesía, salmos bíblicos y algunas referencias a Santa Teresa de Jesús, el párroco hizo un recorrido por los todos los pasos de penitencia de la Semana Santa ejidense, con una descripción de ese sentir del que es devoto de cada una de las salidas procesionales.
El momento más emotivo de la noche llegó con la alusión del pregonero a los propios cofrades arrancando una gran ovación con su homenaje a “aquellos hermanos cofrades que se fueron”. Pero, también, su petición a las hermandades a las que dijo que “debéis cuidar todo el patrimonio que tenéis, no solo el general, imágenes y enseres, la casa de Hermandad, sino el tesoro más íntimo de cada uno de vosotros, vuestra medalla”. Ésta, afirmó, “es vuestro baluarte que debéis de cuidar y lucir con esmero durante todos los días de la Semana Santa. Y cuando ésta acaba, colocarla en el mejor lugar de vuestra casa, o en la cabecera de vuestra cama”. Asimismo les pidió que “conserven en sus pupilas, aquellos acontecimientos que marcaron un antes y un después en vuestra vida cristiana y cofrade, así como de vuestra vida de hermandad”.