El cambio climático obliga a migrar a la población africana

El cambio climático obliga a migrar a la población africana

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sequiaEl Sahel fue mucho más lluvioso en la segunda mitad del siglo XIX que en todo el siglo XX, y la intensa sequía que se viene sufriendo desde los años 70 del siglo XX no tiene precedentes en al menos 200 años, ni en duración ni en intensidad. En una zona donde la forma de vida son la agricultura de subsistencia y la ganadería, la escasez de precipitaciones obliga a migrar a su población hacia zonas más prosperas como Europa. Estos son los resultados de un estudio publicado en la revista Quarterly Journal of the Royal Meteorological Society y presentados en la American Geophysical Union Fall Metting 2015 (San Francisco, Estados Unidos).

El monzón de África es el responsable de las lluvias estacionales en el norte de Senegal, el sur de Mauritania, Mali, extremo sur de Argelia, Níger y Chad; una gran región de África conocida generalmente como Sahel. El régimen de precipitación en el Sahel determina la vida de millones de personas en territorios donde la agricultura y la ganadería de subsistencia son esenciales para la supervivencia. Desgraciadamente, desde finales de los años 70 del siglo XX este territorio está experimentando una de las mayores sequías registradas por la humanidad y en consecuencia la población ha padecido -y sigue haciéndolo- grandes hambrunas e importantes crisis humanitarias. El Sahel está además sometido a un elevadísimo nivel de desertificación, que se traduce en un aumento de la extensión del desierto del Sahara hacia el sur.

Se cree que el cambio climático de origen humano podría estar jugando un papel determinante en el carácter excepcional de esta sequía. “Desgraciadamente, el registro climático histórico sólo permitía analizar la precipitación desde el inicio del siglo XX, ya que en esta región de África no se disponía de datos meteorológicos anteriores”, señala el investigador responsable del estudio, David Gallego, quien añade que “un registro climático de sólo un siglo hace difícil poner en perspectiva la significatividad de un periodo de sequía de 40 años, por lo que es muy importante conocer el clima anterior, en particular antes de que la concentración de gases de efecto invernadero estuviera significativamente modificada por la actividad humana”. Afortunadamente gracias a las anotaciones de los navíos que han quedado guardadas en archivos históricos, como el Archivo de Indias de Sevilla, se ha tenido constancia de la situación climatológica de la zona.

Los datos del estudio indican por primera vez, que el Sahel fue mucho más lluvioso en la segunda mitad del siglo XIX que en todo el siglo XX, y que la intensa sequía que se viene sufriendo desde los años 70 del siglo XX no tiene precedentes en al menos 200 años, ni en duración ni en intensidad.

Los resultados de este estudio tienen además consecuencias interesantes desde el punto de vista de las acciones de mitigación del calentamiento global. Durante la última década, se ha propuesto seriamente como solución al calentamiento global la inyección artificial de grandes cantidades de partículas a la estratosfera que «capturasen» parte de la radiación solar y enfriaran así el clima, contrarrestando el calentamiento causado por el incremento de gases de efecto invernadero (este tipo de proyectos de escala planetaria se conoce como geoingeniería). Las erupciones volcánicas son un mecanismo natural de inyección de grandes cantidades de partículas a la estratosfera, pero su relativa infrecuencia hace necesaria una serie larga de datos para analizar las anomalías climáticas relacionadas con las mismas.
“Con la longitud de nuestra serie se han podido analizar cuatro grandes erupciones volcánicas en el hemisferio norte en los siglos XIX y XX y se ha encontrado que una inyección de este tipo de partículas en el hemisferio norte podría desertificar definitivamente el Sahel (y probablemente otras regiones) acabando con el modo de vida de millones de personas que ya se encuentran en el límite de la supervivencia”, afirma David Gallego. “Además del enfoque humanitario, este tipo de estudios es interesante desde el punto de vista científico, ya que nos ayudan a entender la complejidad del sistema climático y la necesidad de comprender con precisión el mismo antes de emprender acciones de mitigación del calentamiento global”, concluye el investigador de la UPO.

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