Cierre ‘imperial’ para las Jornadas del Siglo de Oro

Cierre ‘imperial’ para las Jornadas del Siglo de Oro

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El Auditorio Maestro Padilla este viernes a sus tablas la última de las representaciones teatrales de las XXXI Jornadas de Teatro del Siglo de Oro, con una obra teatral a la que precedían grandes críticas y que trajo hasta la capital un gran elenco de actores. Ingredientes que aseguraban un buen espectáculo y así fue.

Desde el comienzo, la obra atrapó la atención del público, con una puesta en escena que no solo se llevaba a cabo sobre el escenario, sino también fuera de las tablas, entre el público, por los pasillos de la platea del teatro.

Mario Gas, Sergio Peris-Mencheta, Tristán Ulloa, José Luis Alcobendas, Agus Ruiz, Pau Cólera, Carlos Martos y Pedro Chamizo, recrearon bajo la dirección de Paco Azorín, una adaptación de la obra de Shakespeare Julio César, en la que no faltaron intrigas, tragedias, luchas y honor, para recrear los últimos días de Julio César y los acontecimientos que llevaron a sustituirle a su sobrino Octavio.

Un escenario en el que las sobras y las luces se unieron a la perfección para crear un ambiente propicio para el desarrollo de la acción, con un escenario con pocos objetos, no necesarios, ya que los actores se encargaron de llenarlo con una actuación intensa, en el que la pasión se transmitía al espectador y en el que la palabra adquiría una gran fuerza poética y evocadora.

En este sentido, Cayo Julio César, interpretado en esta obra por Mario Gas, político y militar romano, vivió y murió hace más de dos mil años. Sin embargo, la controversia sobre las circunstancias de su muerte ha llegado hasta nuestros días. Ya en el siglo XVII, Shakespeare intuyó que tras ese nombre se escondía un personaje con mayúsculas y una historia de ideales y traiciones de primera categoría y así lo reflejó.

Pero la verdadera grandeza de esta obra es que no resuelve la gran duda de qué pasó realmente con la muerte de Julio César, si estuvo justificada o no, sino que le deja la posibilidad al espectador de que sea él mismo quien resuelva el misterio con sus principios e ideas.

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