Defensor de la abstracción como una de las primeras manifestaciones de la civilización, amante de Almería y un artista metido en una eterna búsqueda de nuevos lenguajes y formas que den sentido a su obra pictórica. Juan Ruiz Miralles hace un repaso por sus mejores obras de los últimos diez años, la producción de este almeriense incansable, en busca siempre de la forma perfecta para manifestar en plenitud conceptos universales. Naturaleza, ciencia, pasión, sensaciones y Almería, sobre todo Almería representada en las hojas de chumbera que dan forma a sus cuadros; Ruiz Miralles se reencuentra con su ciudad en una muestra que se puede visitar hasta el 10 de noviembre, en el Museo de Almería. Un acto de justicia de esta ciudad con uno de sus mayores creadores cuya obra ha recorrido salas de más de medio mundo.
Cuando Ruiz Miralles habla de su obra sólo basta cerrar los ojos y componer la escena. Muchas veces no es necesario ver su pintura que funciona como un simple signo para transmitir el concepto, la idea que el artista desea compartir. Y de eso se trata, de poner en común una sensibilidad especial para combinar colores y formas, de manera que la seducción sobre el espectador sea inmediata y dé pie a una relación más íntima, a una aprehensión de la idea que desemboque en un entendimiento sencillo y directo.
Y es que Miralles da pocas vueltas. En sus cuadros, este incansable buscador de belleza, se dirige a su objetivo prácticamente sin rodeos. Una mancha de color enmarca la forma, da cobijo al conjunto de palas de chumbera que forman su obra más reciente y agrupada ahora bajo el título de ‘Al dictado de la naturaleza’, compuesta por unas 60 obras pictóricas de diferentes formatos.
En la trayectoria de Ruiz Miralles la búsqueda de nuevos lenguajes siempre ha sido una constante. La pasión del pintor por superarse, unida al deseo de gozar de una enorme libertad creativa han lanzado a este artista a entregarse a la abstracción, entendida por el pintor como lo único que le da una «libertad total». Esta alianza entre mente y abstracción ha sido la clave del éxito de Ruiz Miralles, que se erige como un gran defensor de este movimiento y de los frutos que esta forma de entender el arte ha dado a lo largo de la historia.
Como dice Antonio Gil «quien se plante delante de uno de los últimos cuadros de Miralles, se quedará si no asombrado, por lo menos perplejo. Una pintura que nada se parece a la que ha venido haciendo el hombre desde hace más de veinte mil años», aunque «tampoco ha roto amarras con la historia de la pintura anterior».
