Un libro editado por la UAL repasa la historia de los primeros fotógrafos retratistas almerienses
Donato Gómez Díaz es el autor del libro ‘Fotógrafos, artistas y empresarios. Una historia de los retratistas almerienses (1839-1939)’, editado por la Universidad de Almería y que ha sido presentado este martes en el Centro Andaluz de la Fotografía por parte del rector de la UAL, Carmelo Rodríguez junto a su autor.
Gómez, que es profesor del CAF, asegura que “el libro presenta multitud de ventajas, como la de conjugar un análisis de la historia de la fotografía con matices económicos que una obra normal de fotografía no tendría”.
A Carmelo Rodríguez ha resaltado la amplitud de prismas que arroja el hecho de que el autor “es historiador económico y estudió Bellas Artes en Granada, y por ello da una magnífica visión no solo de la parte artística, sino de la implicación con la sociedad”. Así, tras hacer un recorrido histórico por técnicas e hitos, así como enorgullecerse de que “esta tierra es, sin duda, tierra de fotografía y de fotógrafos”, el rector ha dado una gran relevancia a esta obra por la luz arrojada sobre la figura de los retratistas, por la introducción de la foto como herramienta del sector turístico o de la industria de la uva, y por “reivindicar la necesidad de que se recupere el patrimonio fotográfico que se está perdiendo, escenas de la vida familiar de aquella sociedad, el legado artístico y humano”.
Precisamente ello subyace entre los objetivos que el propio Donato Gómez ha reconocido: “Lo que intento con el libro es que esto no se destruya, son pequeños legados, no son grandes, apenas unas pocas fotografías en cada casa, pero en conjunto son un patrimonio que como almerienses deberíamos dejar a nuestro heredemos”. El autor ha desvelado que “la particularidad principal es las muchas dificultades para obtener información sobre los fotógrafos entre 1839 y 1860, ya que aquí la fotografía comienza, con datos, en 1862, la fecha del primer daguerrotipo encontrado”. Por lo tanto, “para fechas anteriores solo hay elucubraciones”, sabiendo que “Almería estaba en el tránsito a Barcelona es probable que pasaran fotógrafos itinerantes de camino, que llegaban en la época de la Feria y que cuando se acababa la clientela, se marchaban”.
Esa fue la nota característica de la primera época, a la espera de que “a raíz del libro salgan más información o aparezcan nuevos daguerrotipos”, ha deseado Gómez, que además ha explicado el paulatino asentamiento a partir de 1900 pese a que “no hay una especialización inicial sino que era un proceso que para que hacía falta un capital, y daba igual quién hiciera las imágenes, si un dentista sin clientes, un abogado sin bufete, un pintor sin taller o vendedores de ultramarinos que en la última habitación de la tienda ponían un taller de fotografía”. El recorrido por los nombres propios va desde el Conde de Lipa, al que Gómez otorga la autoría del primer daguerrotipo, “no es de un fotógrafo local, sino de un gran fotógrafo”, ha matizado, hasta el gran Victoriano Lucas o Pedro Balonga, ya almerienses ambos e instalados con negocios, pasando entre medias por los itinerantes como primero los italianos, después los franceses por último españoles de Granada, Murcia y Málaga. Existió el Diario de Avisos de Dentistas y Fotógrafos anunciando su llegada.