Los alumnos del Curso de Verano de la UAL ‘Neuropsicología en ámbitos escolares: lo que los especialistas en magisterio necesitan conocer’ aprenden a enseñar jugando y cooperando.
La mañana de hoy no ha sido lo que entendemos, formalmente, por académica. Los asistentes a la intervención de Nayalí García Giménez, ‘Pensamiento visible: orientando las inteligencias múltiples’, han parado muy poco en sus sillas. La directora de Casa de Colores, en Aguadulce, ha roto el binomio pizarra-pupitres como botón de muestra de lo que se puede conseguir con creatividad en un aula.
A modo cooperativo, organizados en grupos, los futuros educadores han comparado y contrastado la educación del siglo XX y del siglo XXI; han resuelto acertijos, descubriendo que todo aprendizaje tiene que pasar por una emoción positiva. Una paleta de colores ha bastado como herramienta para conocer qué son las llamadas inteligencias múltiples planteadas por Howard Gardner. Los alumnos han trabajado esta actividad para aprender a abordar temas de estudio desde cada una de estas inteligencias. No olvidarán que al niño no hay que dárselo todo hecho. Que hay que potenciar las habilidades, adaptar los contenidos y recuperar las ramas artísticas, humanísticas y lúdicas poniéndolas en valor. La neuroeducación nos ha enseñado que aprendemos jugando, que nuestro cerebro necesita repetir para poder asimilar. Y lo más importante: las actividades artísticas le sientan de maravilla a nuestra masa gris.
El Curso de Verano de la UAL que dirige Inmaculada Fernández Agís llega a su recta final esta tarde con las ponencias de la Dra. Verónica López Fernández sobre la creatividad y sus bases neuropsicológicas.