Hermelindo Castro: «El Parque es ejemplo de turismo sostenible»

Hermelindo Castro: «El Parque es ejemplo de turismo sostenible»

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Hermelindo Castro es uno dos padres del Parque de Cabo de Gata.

Hoy se celebra el Día del Medio Ambiente, una fecha para recordar la importancia de los ecosistemas que nos rodean, un día para reflexionar sobre la importancia de su conservación. Una de las personas que más saben de la importancia de este trabajo es Hermelindo Castro, profesor de la Universidad de Almería y director del Centro Andaluz para la Evaluación y Seguimiento del Cambio Global; Este experto fue impulsor de la creación del Parque Natural Cabo de Gata Níjar hace ahora 25 años, ahora recuerda cómo fueron esos apasionantes días que han sentado un precedente en la defensa del medio ambiente.

 

¿Cómo vivió la creación del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar?

Lo vivimos como una necesidad imperiosa, porque el peligro de que se edificara la zona Sur del Parque era elevadísima. Había varias amenazas de urbanizaciones en la Almadraba, la Vela Blanca, incluso en el entorno del propio faro de Cabo de Gata. Haciéndolo parque natural se eliminaban las amenazas de construcción en la zona. Un grupo de gente pensamos que lo que habíamos catalogado en el Catálogo de Espacios, unos años antes, se convirtiera en parque natural para eliminar todas las tentaciones, todas las amenazas de urbanizarlo. En esa época yo ya había acabado mi tesis doctoral sobre el Cabo de Gata, así que mi vinculación con este entorno no era casual.

¿Qué escollos se tuvieron que salvar para la creación del parque?

Lo que hicimos fue no atender las propuestas urbanizadoras de los ayuntamientos de Almería y Níjar, sobre todo las de Níjar, y convertir, en diciembre de 1987, miles de hectáreas del litoral desde el faro de Cabo de Gata hasta Mesa Roldán, en parque natural. Sí atendimos a todas las demandas y sugerencias que hicieron los propietarios de esos terrenos, especialmente Michelín, que había comprado varios miles de hectáreas para construir en la zona sur de la sierra volcánica, la planta de pruebas de neumáticos europea; la otra era doña Paquita, que era la dueña de toda la zona sur de la sierra. Les dimos todas las explicaciones necesarias sobre la importancia de crear un parque natural y lo entendieron perfectamente.

En el primer momento sería muy difícil convencer a la población de lo que significa un parque natural y tampoco había conciencia de la importancia de defender este entorno, ¿no?

Por supuesto que no había esa conciencia. Yo recuerdo algunas cartas cruzadas con el Comité de Empresa de Michelín, en las que se nos acusaba de dedicarnos a promover un futuro vinculado al paisaje estepario. Inicialmente hubo una gran incomprensión, pero se fue negociando y matizando hasta que ahora, 25 años después, el parque se ha convertido en el emblema de Almería. Eso es lo más importante que ha ocurrido durante estos 25 años, que pasó de ser una propuesta de gente muy concienciada en la defensa del medio ambiente, para convertirse en un patrimonio de todos los almerienses, que lo defienden a capa y espada, y que no permiten que se le ataque. Esto es maravilloso, es lo más importante que ha ocurrido a nivel ambiental en Almería durante el siglo XX.

¿Qué argumentos emplearon para convencer a los implicados en la creación del parque?

Principalmente fueron dos. El primero estaba vinculado a la biodiversidad que albergan las áreas esteparias, porque en ese momento las zonas semiáridas estaban mal vistas. Desde principios del siglo XX, cuando se impulsó la creación de los primeros parques naturales en Europa, se pensaba que el único tipo de paisaje valorado eran los que tenían aspecto alpino, y así fueron los primeros parques nacionales españoles, creados en los Pirineos. Por el contrario, os áridos y semiáridos eran despreciados, estaban vinculados a la miseria y la pobreza, vinculados trabajos como la recolección de esparto, que no estaban bien vistos. Tuvimos que demostrar que estos paisajes semiáridos tenían una biodiversidad de primer nivel mundial, que albergaban una biodiversidad que merecía la pena conservar por su alto valor e interés. El segundo argumento que dimos fue que, sin duda, el paisaje semiárido iba a convertirse en el mayor atractivo turístico de Almería.

¿Qué pasos previos se dieron para la constitución del parque?

En el 75, el ICONA había hecho un catálogo nacional, donde se recogían las Salinas de Cabo de Gata. Más tarde, en 1979, la Junta hizo una propuesta para la realización de un estudio piloto a nivel nacional, para elaborar un catálogo de espacios protegibles, pensando en el futuro. A mí me nombran coordinador de ese catálogo, y con un grupo de geógrafos elaboramos un documento en el que extendemos la zona protegible hasta la Isleta del Moro. Pero los pasos más destacados se dieron a partir del 85, con la creación de la Agencia de Medio Ambiente (AMA), que fue la artífice de que en el 87 se crearan los parques de Cazorla y de Cabo de Gata, para protegerlos de amenazas, que en Cazorla podía ser una muerte de éxito por la abundancia de turismo rural, y que n Cabo de Gata, porque había una serie de propuestas de desarrollo urbanístico realmente temibles. Estas propuestas de desarrollo son las que hace poco han sido falladas en contra del Parque, y ha tenido que haber negociaciones con los propietarios para que no construyan dentro del Parque, porque ahora nadie soportaría que en la Almadraba o en la Fabriquilla se haga una urbanización. Todo esto ha desembocado en que, 25 años después de su creación, el entorno de Cabo de Gata es el fragmento de mar mejor conservado de todo el Mediterráneo.

Níjar ha reclamado varias veces espacio para el desarrollo turístico del Parque, ¿cómo hacerlo?

El municipio de Níjar tiene una joya que es el Parque Natural Cabo de Gata Níjar, que es la mejor inversión en turismo sostenible que hay en Europa, no hay un trozo de litoral mediterráneo mejor conservado que el del Parque. El Ayuntamiento de Níjar tiene que estar entusiasmado con ese tesoro de turismo sostenible. Otra cosa es que fuera del Parque, suficientemente alejada de la zona de amortiguación, se pueda promover nuevos desarrollos urbanísticos, pero siempre evitando la tentación de hacer nada dentro del Parque, y tampoco en las zonas de amortiguación, ya que el Parque también está declarado como Reserva de la Biosfera. La línea debe ser la de restaurar los antiguos cortijos que rodean el parque, y que están sin desarrollar.

De hecho, el modelo de turismo sostenible también es defendido por los propios empresarios de la zona, ¿no?

Cada vez que recorro el Parque me asombro de cómo hemos llegado hasta aquí. Los propios empresarios turísticos del Parque no quieren que se degrade, defienden el modelo de desarrollo turístico del entorno, llevado a cabo hasta ahora de restaurar antiguas cortijadas y convertirlas en establecimientos turísticos. Esto es muy especial, porque son ellos mismos el aliado interno que no se encuentra en otros parques naturales de este país. Los empresarios creen en el Parque, creen en el ambiente semiárido y creen que la mejor inversión de futuro es dejar las cosas como están.

¿Se puede decir que funciona el modelo de desarrollo implantado en Cabo de Gata?

El Parque es un ejemplo de desarrollo sostenible: hay un montón de restaurantes, un montón de cámpings, alojamientos… todos leales al paisajes y respetuosos con el medio ambiente. Además, hay una docena de empresarios adheridos a la Carta Europea de Turismo Sostenible. Es un ejemplo de lealtad compartida y de colaboración mutua bilateral entre los directores del parque y los promotores turísticos. Es un ejemplo de compromiso de lealtad y responsabilidad ambiental, tal manera que cuando los empresarios entran en la Carta se autocompromenten con la sostenibilidad ambiental, y son auditados cada cinco años. Estamos en una dinámica positiva, que hace que los empresarios del parque se sientan orgullosos de ser leales con el paisaje del que, honestamente, viven.

Entrevista publicada en el número 78 de Nova Ciencia.

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