En un mundo en el que la guerra desgraciadamente sigue estando de actualidad, reflexionar sobre ella es un derecho y casi un deber del ciudadano. A eso es a lo que nos invita una de las últimas obras del Aula de Teatro de la Universidad de Almería, dirigida por Diego Armando Alías, cuya última parada fue Jaén, el pasado 16 de abril. A Alías corresponde también la propuesta escénica de esta obra, ‘Viva la guerra’, basada en ‘Shoot/Get Treasure/Repeat’ (2008), de Mark Ravenhill.
Conseguimos asistir a otra de sus representaciones, en la Trastienda de la Asociación Posidonia en Aguadulce, el 8 de abril, donde completaron aforo con casi 70 asistentes. Con la tranquilidad que da el tiempo transcurrido desde entonces, reflexionamos sobre esta obra con Pilar Barberá, una de las profesoras del Aula de Teatro, junto a Diego Armando Alías, y socia de la Asociación Posidonia.
Esta obra conmovedora analiza las consecuencias de la guerra en cuatro escenas, cada una de ellas de un color: rojo, verde, amarillo y azul. Las pequeñas dimensiones de la Trastienda de Posidonia permitieron a los actores hacer de la necesidad virtud, permitiendo una puesta en escena muy cercana a los espectadores, lo que aumentó la emoción de la interpretación. Toques de humor, gritos sordos, dramatismo y ciertos momentos de surrealismo permiten crear una obra que, sin duda, conmueve al espectador.
La escena roja, titulada ‘Paraíso perdido’, en un principio parece trasladarnos a una escena sobre violencia machista en una comunidad y la banalidad con la que puede ser recibida por sus vecinos. Así Liz, una de ellos, pide reiteradamente silencio: «no quiero invadir tu intimidad, pero es que no me dejas dormir», haciendo alusión a sus gritos. Sin embargo, el discurso gira despistando al público para «descubrirnos otra realidad tan terrible como esa: por un lado el terrorismo y la guerra como consecuencia de la banalidad y por otro, el egoísmo de una sociedad carente de valores. Y que los malos están en los dos bandos, ¿quién es peor?», nos asegura Pilar Barberá. Destaca por encima de todo la interpretación impecable de María, de espaldas al público, sin pronunciar apenas palabra y a la que no se le ve la cara. Es una escena desgarradora que nos muestra los límites de la locura.
La siguiente se llama ‘La madre’ y corresponde con la escena verde. Esta vez dos soldados tienen que dar la noticia del fallecimiento de su hijo a una madre, que muestra la hipocresía con la que la guerra intenta consolar a los familiares. «Fue por su país, colocaremos la bandera de la nación en su ataúd, si usted lo desea», le comenta uno de los soldados a la madre repitiendo lo que siempre se dice en estas ocasiones.
La escena amarilla, ‘El ocaso de los dioses’ nos traslada a cualquiera de las muchas guerras del Oriente Próximo, donde la burocracia de las potencias occidentales, que supuestamente acuden allí para ayudar, es capaz de matar de hambre. Susan, una antigua profesora de universidad, sufre en sus propias carnes una pretendida entrevista por las potencias ocupadoras a cambio de algo de comida. «Si me ayudas con este informe, te daré un desayuno supervisado», le comenta la entrevistadora a Susan, mostrando el poder que, de pronto, adquieren las potencias colonizadoras.
La última escena, la azul, pone el foco en la infancia. Llamada ‘Guerra y paz’, recrea la visita que Alex, un niño de apenas 7 años, recibe por parte de un soldado sin cabeza, que le pide la suya. «He estado luchando por ti, he estado luchando por la democracia», reclama el soldado sin cabeza recurriendo a la tradicional justificación de la guerra en el mundo occidental.
Desde el Aula de Teatro no se detienen, por supuesto, y ya nos anuncian su próxima representación. Será con la obra ‘Spain is different‘, que verá la luz el 31 de mayo en el Auditorio Maestro Padilla. Se trata de «una sátira sobre los tópicos españoles y sobre la actualidad del país», concluye Pilar Barberá.