El intérprete francés Roland Dyens actuará esta noche, a las 22 horas, en el claustro de la Escuela de Arte de Almería, con entrada libre hasta completar el aforo. Se trata de una nueva cita del programa del XIV Certamen Internacional de Guitarra Clásica ‘Julián Arcas’, que organizada Cajamar Caja Rural, que este pasado fin de semana celebró sus dos primeras fases competitivas, modalidades ‘Antonio de Torres’ y ‘José Tomás’, en el Castillo de Santa Ana de Roquetas de Mar.
El concertista francés comparte la alegría de su talento musical componiendo, enseñando y tocando alrededor del mundo. Es compositor, arreglista e improvisador y comenzó sus estudios de guitarra a la edad de nueve años. En 1976 obtuvo la licenciatura en la l’Ecole Normale de Musique de París y a los 13 años fue pupilo del guitarrista español Alberto Ponce para posteriormente estudiar composición con el renombrado maestro, compositor y director de orquesta Désiré Dondeyne, bajo cuya dirección fue galardonado con el primer Premio de Armonía, Contrapunto y Análisis.
Durante los primeros años de su carrera obtuvo distinguidos galardones, como el Premio Especial en el Concurso Internacional de Citta di Alessandria (Italia) y el Grand Prix du Disque de l’Académie Charles-Cros, ambos en honor del compositor brasileño Heitor Villa-Lobos y a la edad de 25 años gano el premio de la Fundación Yehudi Menuhin. Ocho años después fue reconocido por la revista francesa Guitarist como uno de los ‘100 Mejores Guitarristas con Vida’ en todos los estilos.
En el mundo del Jazz, la noción del “programa de concierto” no existe. Roland Dyens nunca avisa anticipadamente el repertorio de sus composiciones que tocará en el concierto. Esta es su manera de crear el ambiente musical más apropiado para el público, la acústica del lugar y sobre todo, cumplir con su profundo deseo de ser sincero consigo mismo al momento de la interpretación.
Roland Dyens prefiere presentar él mismo la música que ha seleccionado, creando así un contacto humano con el público. Al mismo tiempo la improvisación con la que inicia todos sus conciertos, es una especie de preludio indispensable para él para “ponerse en ambiente” y, a la vez, es también una conexión entre el mundo del Jazz y aquel de los guitarristas de hace siglos.