Los vecinos de Palomares quieren olvidar el trágico suceso del aquel 17 de enero de 1966, cuando dos bombas impactaron contra el suelo y liberaron más de 20 kilos de plutonio, hecho que los ha marcado para toda su historia. No hubo que lamentar ninguna víctima del accidente, pero las repercusiones posteriores ahondaron sobre todo en su imagen exterior. «Nuestra población ha sufrido muchísimo. La historia no se puede borrar, pero hay que darle la vuelta para que lo que hasta ahora ha sido malo sea bueno», afirma Jesús Caicedo, el alcalde de Cuevas de Almanzora, del que depende Palomares.
El proyecto prevé construir, antes del 2012, un museo que recoja el suceso de las bombas, y para ello el alcalde ya ha solicitado su colaboración a Estados Unidos, en concreto para la desclasificación de fotografías y vídeos, y para las labores de limpieza de la llamada ‘zona cero’. El famoso bañador con el que por entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, se dio un chapuzón en la playa de Quitapellejos, podría ser una de las piezas estrella del museo. «Se lo pediré. Más de una vez ha dicho que aún lo tenía», dice Caicedo, aludiendo a la buena salud del exministro, añade bromeando: «Podríamos patrocinar la costa diciendo: Báñese en Palomares y llegará a los 90 años con la cabeza lúcida». Réplicas de los artefactos y de los aviones accidentados también formarían parte de la exposición, junto a historias entrañables como la de Paco el de la bomba, o el pescador que ayudó a encontrar la bomba que cayó en el mar.
Asimismo está previsto construir un parque temático que explique la evolución y las ventajas de la tecnología nuclear, y cuyo objetivo primordial es atraer nuevos turistas y generar más empleo en la pedanía, y comenzar a obtener así algún beneficio de aquella catástrofe que la marcó para siempre.
En los últimos años, el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) ha realizado un exhaustivo estudio y un mapa radiológico con los índices de contaminación de cada zona, que denuevo obligó a expropiar nuevos terrenos que hasta el 2006 habían sido cultivados. Y aunque es cierto que los vecinos de Palomares conviven con unas 30 hectáreas de terrenos vallados que, según el Ciemat tienen una radiación superior a lo permitido, los análisis que cada año se realizan a una muestra de los cuevanos no evidencian afectaciones importantes e incluso la incidencia media de muertes por cáncer en Palomares está un punto por debajo de la media.
«Cuando me preguntan si Palomares está contaminado digo que sí. Está contaminado de buenas playas, de buenas frutas y hortalizas y de buena gente. Quien viene a vivir aquí no se va. Será el plutonio, que los hace adictos», dice el alcalde, quien recuerda, además, que una parte importante de la preciada y exquisita gamba roja de Almería se pesca en la costa de Palomares.