‘El cosmonauta’ es la priema película española financiada con las aportaciones de sus seguidores; una aventura iniciada por tres estudiantes apasionados por el cine que soñaban con hacer su propia película. Y ese sueño se ha hecho realidad, gracias a su esfuerzo y su trabajo, y también a su arrojo a la hora de abrir un camino totalmente nuevo en un negocio tan controlado por la industria como el cine. Nicolás Alcalá, uno de sus directores, nos cuénta cómo fue el proceso para la creación de su película y nos adelanta algo de lo que contará en el VI Seminario Líderes del Futuro, organizado por la Fundación Eduarda Justo, en el que participa como ponente.
Con ‘El cosmonauta’ habéis abierto un camino nuevo en el cine español, ¿os costó trabajo convencer al equipo para apostar por el crowdfunding?
Hemos tenido una suerte enorme. La combinación de un proyecto tan innovador, de tanta calidad y la atención mediática que empezaba a recibir hicieron muy fácil convencer al equipo. Según avanzaba el proyecto y ya se podían ver las primeras imágenes grabadas, el resto de colaboradores no dudó ni un segundo de que querían formar parte de esto.
¿Por qué apostar por este método de financiación?
Éramos tres estudiantes de 21 años queriendo hacer una película, treinta y seis cortometrajes y un libro, con un coste de un millón de euros, ambientada en Rusia, rodada en inglés en tres países, de época, con más de cien localizaciones y que además queríamos distribuir de forma gratuita, con una licencia Creative Commons y subiendo a internet todos sus contenidos. Honestamente, ¿crees que algún productor habría estado tan loco como para financiarla?
De esta forma, el público son mucho más que espectadores, ¿cómo han influido sus opiniones en la creación de la película?
Hemos creído siempre en una participación indirecta. No hicimos encuestas para opinar sobre la trama, los personajes, el final o aspectos creativos aunque sí pedimos muchas veces ayuda para documentación, temas técnicos y ayuda para la producción. Pero lo que sí hicimos fue abrir, mediante la licencia Creative Commons, la posibilidad indirecta de crear obras inspiradas en la nuestra. De esta forma ha habido gente que ha creado poemas, dibujos, posters, trailers, cortos y canciones, muchas de las cuales luego hemos utilizado en los cortometrajes, por ejemplo, retroalimentando la creatividad.
Si algo caracteriza a ‘El cosmonauta’ es la valentía por apostar por un proyecto arriesgado, ¿no?
Valentía o locura, según se mire. Lo bonito es poder decir que lo hicimos y que salió bien. Ha sido la aventura más grande de nuestras vidas.
Además, habéis apostado por ofrecer la película de forma gratuita en la red, ¿por qué?
Porque cualquier película que se estrene está 24 horas después en internet gratis. Queríamos ser nosotros los que ofreciéramos esta opción (como una más a elegir entre comprar el precioso libro/dvd, verla en televisión o ir a un estreno a verla) y aprovechar esa fuerza tremenda que existe en internet a la hora de compartir para conseguir que mucha más gente viera la película. También creemos en establecer un nuevo tipo de relación con el público, de confianza, por lo que les ofrecíamos la posibilidad de pagar lo que quisieran si la película les gustaba y recibir un montón de contenidos adicionales a partir de cierta cantidad.
¿En qué falla la industria cinematográfica actual?
En escuchar al público. Es de las pocas industrias donde «el cliente no tiene siempre la razón». En lugar de adaptarse a la nueva forma de consumir de los espectadores la industria se ha dedicado a llamarlos piratas y denunciarlos, sin entender que no era una cuestión moral («nos roban porque son mala gente») sino una cuestión pragmática: hay que darle al espectador los contenidos en el momento, multipantalla, a un precio razonable siendo copia digital y con todas las facilidades. Entonces pagará.
Participaréis en un seminario de liderazgo, ¿qué valores de vuestro proyecto sirven para los futuros líderes?
Gestionar ‘El cosmonauta’ ha sido como llevar una pequeña empresa. Hemos dirigido a más de cien personas de equipo durante cuatro años, hemos gestionado contratos, negociado acuerdos con grandes jugadores de la industria, dado conferencias, viajado, peleado y sufrido para hacer las cosas como queríamos con los mínimos recursos disponibles. Y lo hemos conseguido. Creo que ese es el mejor ejemplo, pero no sólo: honestidad y transparencia, constancia, mimo por el trabajo, generación de una comunidad…
¿Con qué parte te quedas de todo lo que ha sido la creación de ‘El cosmonauta’?
Con lo que me ha hecho crecer como persona y todo lo que me ha enseñado a la hora de relacionarme con equipos de trabajo y con las personas en general, aunque también diría que las conferencias que he dado, especialmente a gente joven, han sido muy especiales. Saber que puedes inspirar, cambiar a gente, animarles a hacer cosas… eso ha sido genial.
En todo proceso se cometen errores y se aprende de ellos, ¿cuáles han sido los vuestros?
Decenas. Miles diría. Siempre explico en las charlas que el truco para hacer algo como lo que hemos hecho nosotros viene a ser una fórmula simple: Falla. Falla de nuevo. Falla mejor. Nos hemos equivocado en muchísimas cosas. Otras nos han salido bien. En otras hemos tenido suerte. El truco ha sido no tener miedo nunca. No tener miedo de fallar y hacerlo mal. Simplemente hacerlo.
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