Alrededor de 4.000 personas tomaron la noche del sábado las calles de Gádor para acompañar a Cristo en su Pasión. Durante varias horas la Villa de Gádor se transformó en la milenaria ciudad de Jerusalén, donde se recrearon los últimos momentos de la vida de Jesucristo, que precedieron a su pasión y muerte y en las que gadorenses y visitantes compartieron juntos emociones y sentimientos.
Unas horas decisivas, que fueron seguidas paso a paso por miles de personas, que emocionadas, sobrecogidas e impresionadas por el dramatismo y el realismo de los acontecimientos acompañaron a Cristo, participando activamente en esta Representación Viviente de la Pasión, que se ha convertido en el acto central de la Semana Santa gadorense y que marca el inicio de los desfiles procesionales, que se van a suceder durante esta Semana de Pasión.
Alrededor de ciento cincuenta vecinos de la villa recrearon con gran rigor y dramatismo el Auto Sacramental de la pasión y muerte de Jesucristo, fiel reproducción de los textos bíblicos, que se ha convertido en un auténtico testimonio de fe para los gadorenses.
Y es que se trata de algo más que una mera representación. Es un acto participativo en el que se implica todo el pueblo. Un acto que discurre de forma itinerante por seis escenarios diferentes y en el que los asistentes acompañan y participan de esta vivencia, convirtiéndose también en coprotagonistas de esta representación viviente.
Todo arranca con la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. La alegría y el gozo dan pronto paso al dolor y la amargura. Tras la última cena llega la traición y Jesús es apresado mientras ora en el huerto de los olivos. Luego habrá de enfrentarse al juicio de judíos y romanos hasta que finalmente es condenado y conducido hasta el Monte Calvario donde será crucificado.
Las palabras de Jesús en el Huerto de los Olivos que preceden a su prendimiento o las que pronuncia en la cruz llegada la hora final, junto al emotivo y desgarrador sufrimiento de María y los gritos desconsolados de dolor cuando su hijo va camino del Calvario y es crucificado, sobrecogieron a todos los asistentes.
Especialmente emotivo fue también el viacrucis en el que todos los asistentes acompañan a Jesucristo camino del Calvario, compartiendo con él el peso de la Cruz y el dolor y la aflicción en sus corazones hasta llegar al momento culmen de la crucifixión, de extrema crudeza y realismo, y que provocó debido a la gran carga emocional acumulada durante esta recreación, que muchos de los asistentes, inmersos en los desgarradores acontecimientos, no pudieran reprimir sus sentimientos.
Tras rezar la oración del Padre Nuestro y recibir la bendición del párroco de Gádor, un gran y merecido aplauso del público puso el punto final a esta representación viviente. Una representación de la Pasión, que un año más ha sido posible gracias a un amplio equipo humano, sin cuya colaboración inestimable y desinteresada no se podría haber hecho realidad este auto sacramental , entre los que destacan desde el propio Ayuntamiento de Gádor, que pone toda la infraestructura necesaria, la Parroquia, los miembros de la Agrupación de Amigos de la Pasión, el equipo técnico de iluminación y sonido, el maquillaje, vestuario, peluquería y atrezo y, sobre todo, los vecinos de la villa de Gádor, que son los verdaderos protagonistas de esta representación viviente, que es ya una de las señas de identidad de la Semana Santa gadorense.