Con esta muestra comparece a lo grande el sentido del coleccionismo fotográfico, sintetizado en la imagen de unas zapatillas que ofrece el cartel de presentación. Se trata de un recorrido que se inicia en 1939 con la fotografía ‘Bajo la lluvia’ de Nicolás Müller. La reivindicación de la fotografía, como un instrumento propio, personal y singular, en la creatividad artística, no es fácil. Lo mismo le ocurrió al cine (rechazado inicialmente por el mundo intelectual), con el que comparte conceptos y contextos narrativos de la imagen. Aun así, todavía las imágenes fotográficas reciben miradas de soslayo, como algo menor. Sin embargo, el tiempo, la maestría del fotógrafo-autor, anónimo o reconocido por su peculiar personalidad, impregna de información, sensaciones y visiones sobre lo real el campo de posibilidades para imaginar nuestro mundo. La aportación fotográfica, en este sentido, es innegable. Únicamente la fotografía puede construir un discurso de estas características. La prueba, reitero, está en la sede del CAF.
La ‘Colección Alcobendas’ es un itinerario fotográfico, que se propone también con una gran imagen de Cristina García Rodero, donde es posible transitar por el documentalismo y el surrealismo, que revela miradas sobre la sociedad, la naturaleza, el paisaje, la abstracción, el universo personal, la arquitectura, las últimas tendencias, el culto al cuerpo y la provocación, en una apuesta cultural por la fotografía.
Hay cinco almerienses representados en la exposición: Manuel Falces (Almería, 1952-2010), con dos fotografías: ‘Bailas con Mariluz’ y ‘Ángel del Taranto I’, foto-montaje y surrealismo, metáfora y simbolismo, en torno a una idealización y a la inspiración flamenca; Jorge Rueda (Almería, 1943) y su visión provocadora desde el surrealismo o el foto-montaje; Carlos Pérez-Siquier (Almería, 1930), siempre en el naturalismo y sus habitantes, momentos y paisajes, reivindica objetos en Cabo de Gata; José María Mellado (Almería, 1966), en la exaltación del paisaje como el elemento esencial de la mirada; y Marina del Mar Rodríguez, en el fotoperiodismo ante la supervivencia familiar en el mundo marginal.
También hay referencias de fotógrafos que, junto a Pérez-Siquier, forjaron el momento renovador de Afal. Aquí están, pues, miradas de Ramón Masats, Gabriel Cualladó, Schommer, Miserachs, Oriol Maspons… Más delante, asoman personajes peculiares de Leopoldo Pomes. Humberto Rivas invita a una visión interior con la personalidad de una escalinata en Montmajor (1993). Cristóbal Hara observó a lo viajeros de un autobús. Expresión reveladora en imágenes captadas en la calle, por Joan Colom (1958-1964).
Hay distintos formatos, lo que plantea desigualdad de oportunidades, en el momento de situarse ante cada fotografía. Formato y experimentos condicionan el trabajo de Rosa Muñoz. La puesta en escena es complicado improvisarla, una situación instantánea y el sentido del encuadre, en el retrato de una bicicleta de Gonzalo Puch (2002). El espacio de la imagen fotográfica se multiplica, a través de encuentros sublimes con el blanco y negro de Juan Manuel Castro Prieto o de Pierre Connord, que traspasa los límites del encuadre. El fotoperiodismo más representativo se encuentra en Marisa Flores, dos imágenes (1973 y 1983) resaltadas de la Transición.
Desfilan los instintos viajeros del reportero. Juan Manuel Díaz Burgos, y sus retratos en Perú. El mundo ‘infinito’, de David Jiménez, que engloba toda la realidad a través de los detalles. La importancia del lenguaje narrativo en imágenes-secuencia de Óscar Molina, con ‘fotografías de un diario’, cuatro escenas entrelazadas por una atmósfera mística. Panorámica y distanciamiento, para sentir de cerca, es la propuesta de Luis Vioque, en Cabo de Gata. Hay instantáneas en la que el marco determina la interpretación de las imágenes (Carlos Aires). Sorprendentes e interpretativos siempre, Javier Vallhonrat, Chema Alvargonzález, Joan Fontcuberta con su distintas formas de ser en la fotografía.
Blanco y negro o Color. O ambas cosas, a la vez. Es el interrogante que permanece ante la realidad, desde visiones personales, en lugares encontrados o descubiertos, en la búsqueda de sacar lo que está escondido, desvelar lo irreal y dejar el camino abierto a la interpretación libre. Así, poco a poco, se cierra el círculo del sentir del coleccionista de fotos. A pesar de que en esta gran selva de imágenes, la figura del fotógrafo-autor se diluye, refugiada en cada una de las fotografías que contemplan al espectador desde cada historia.
(Artículo publicado en IDEAL-Almería, domingo 31 de enero, 2010, página 28)