Corren malos tiempos para la cultura. Con esto de la quiebra de ayuntamientos y el recorte presupuestario haciendo tabla rasa, el miedo y la prudencia se apoderan de todo lo relacionado con las artes escénicas. Todo se hace con menos alegría. Los festivales que no chapan aseguran la taquilla con un artista mediático y cartel de relleno. Hasta el Bicho se despide de este biotopo hostil.
En cambio, todos comprenden que el flamenco es la seña identitaria de la cultura nacional. La llevamos al Mundial africano y con ella despedimos la Presidencia española en la Unión Europea, por ejemplo. El recién incorporado Consejero andaluz de cultura así lo entiende y por su vinculación a Turismo, asume el impulso del flamenco como algo personal. Eso está bien… a pesar de la inexplicable tardanza en dar a conocer al nuevo director de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco.
Del contrasentido histórico heredamos la esencia. Lo que fuera vendemos como único y exclusivo, lo castigamos dentro con indiferencia. Así, mientras confiamos el órgano dinamizador del flamenco más importante de Andalucía a María de los Ángeles Carrasco, una buena gestora; le colocamos un consejo asesor variopinto y sin gracia, que contribuirá a la burocratización de cualquier decisión y obligará a la quema de recursos en constantes reajustes. Un consejo asesor que a buen seguro, ella no ha elegido y que condicionará todo el tiempo su capacidad y su eficiencia.
Si a esto le sumamos el pasotismo que dibuja en el paisaje general un horizonte difuso, lo bordamos. Me refiero a los, cada vez más frecuentes, episodios que protagonizan los medios de comunicación. Esta vez le ha tocado al País, cuando un tal Francisco Neira reseñaba el concierto de Paco de Lucía y hablaba de lo bien que estuvo a su lado Niño Josele… Si hubiera ido al concierto hubiera comprobado con estupor que Niño Josele no estuvo con el Maestro esa noche.
Hacer las cosas bien siempre cuesta, pero hay rayas en el cielo. La Federación Malagueña de Peñas ha sido mi último descubrimiento ejemplarizante. Como elemento de comunicación han utilizado sus balances contables de los últimos tres ejercicios. Nada más transparente, nada más fiable, nada más completo. ¡Y la de cosas que lleva esta gente p´alante!. Las demás federaciones y organizaciones debieran considerar positivamente esta estrategia, por lo menos, antes sus propios asociados…