La gran dama del teatro español, Lola Herrera regresa mañana sábado al Teatro Auditorio de Roquetas de Mar donde representa ‘Cinco horas con Mario’. La representación de este clásico del teatro será a las 21:30 horas. El preludio musical que será a las 20:30 horas en la cafetería del Auditorio correrá a cargo de Sara Martínez Trío.
Estamos en marzo de 1966. Carmen Sotillo acaba de perder a su marido Mario de forma inesperada. Una vez que las visitas y la familia se han retirado, ella sola vela durante la última noche el cadáver de su marido e inicia con él un monólogo–diálogo en el que descubrimos sus personalidades y los conflictos de su matrimonio.
Con una forma entrecortada, detallista al mínimo, reiterativa y llena de tópicos, Carmen Sotillo dice cosas, manifiesta sentimientos y emite juicios que a muchas personas hoy les pueden parecer increíbles. Pero damos fe de que ese lenguaje existía, de que esos juicios se emitían, de que esas “cosas” de Carmen estaban en la vida de todos los días.
‘Cinco horas con Mario’ es, entre otras muchas cosas, un documento vivo de esos años. De las preocupaciones económicas, religiosas, políticas, sexuales y morales entonces imperantes que Delibes, a través del lenguaje de su protagonista, dejó retratadas con nitidez, de forma que la vida española de entonces llega a palpitar viva en sus palabras.
Pero, por encima de todo esto, ‘Cinco horas con Mario’ habla de los asuntos eternos del ser humano: de la culpa, de la soledad, de la incomunicación, del sentido de la vida. Como siempre en Delibes partiendo de un localismo concreto encarna en sus personajes y en sus conflictos las realidades más profundas y complejas que condicionan nuestra vida.
Carmen y Mario
Carmen Sotillo es una mujer que recuerda con nitidez la guerra civil, época en la que ya estaba en edad de merecer. De derechas de toda la vida en su acepción más clásica, con una frustración desparramada desde el sexo hasta el deseo de un mayor nivel de vida, de clase media con aspiraciones pero sin ningún posible lujo, una vida monótona, provinciana, de hijos, amigas, tienda de comestibles, lavado, plancha y orden establecido.
Mario Díez Collado, de clase social algo inferior, era catedrático de Instituto, escritor ocasional y periodista. Un intelectual sin demasiado brillo ni aspiraciones, cristiano progresista, un personaje también muy de la época, lleno de buenas intenciones más en las ideas y en las tertulias que en la práctica o en la lucha, aunque dejara las suficientes pruebas públicas para ser considerado «molesto» por la burguesía oficial.