Laujar de Andarax tiene en su tarjeta de presentación una especial ubicación a los pies de Sierra Nevada y frente a la Sierra de Gádor, lo que hacen que su paisaje se adorne de una gran riqueza paisajística, botánica, faunística y antropológica. Del pueblo se dice que es la “capital de la Alpujarra almeriense” y es que Laujar de Andarax tiene el orgullo de pertenecer a esta comarca, y conservar la esencia arquitectónica, gastronómica y las tradiciones que hacen tan especial a esta comarca almeriense.
Si bien Laujar está habitado desde la prehistoria, es durante la dominación árabe cuando la villa alcanza su máximo esplendor, su actual nombre proviene de esta época ya que Laujar significa en árabe “era de la vida”. Durante un tiempo llegó a ser corte de Reyes y en su Alcazaba residió Boabdil antes de ser desterrado a África. También fue la residencia de Aben Humeya, el líder de la guerra de las Alpujarras en 1570 cuyas huellas quedaron impresas en su arquitectura, con callejuelas blancas y serpenteantes de balcones repletos de geranios, y en los campos que la rodean, plantados de olivos y pequeños huertos de regadío, pues lo más característico de este municipio es la abundancia de agua, lo que se refleja en la gran cantidad de fuentes que tiene.
Por ello, gran parte del encanto de Laujar reside, precisamente, en adentrarse por sus calles blancas que se asoman como un balcón sobre el valle. En este paseo el turista puede encontrar el ‘Pilar de la Plaza’ la más emblemática de las fuentes laujareñas, el ‘Pilar de la Cañada’, de la ‘Barandilla’, el del Calvache y la Fuente de San Antonio, entre sus monumentos dedicados al agua.
La arquitectura religiosa tiene su máximo exponente en la iglesia de la Encarnación de estilo mudéjar e impresionante retablo de estilo barroco que cuenta con un lienzo de la Inmaculada de la Escuela de Alonso Cano. Completan los templos a visitar, la ermita de Nuestra Señora de la Salud, el convento de San Pascual y la ermita de las Ánimas.
Junto al patrimonio histórico, el municipio tiene en la naturaleza, uno de sus máximos exponentes turísticos y es que además del nacimiento del Río Andarax, en Laujar hay gran cantidad de rutas por la Sierra de Gádor (en la que cabe destacar la Senda de las Minas y Caparidán) y por Sierra Nevada que parten desde el Área Recreativa ‘El Nacimiento’ y que congregan, cada año, a gran cantidad de turistas y aficionados al deporte. La senda del Aguadero, la Hidroeléctrica y la de Monterrey, son algunos ejemplos de rutas que el visitante, no debe perderse.
La guinda a una jornada de visita a este municipio la pone su especial gastronomía en la que se han conservado los tradicionales elementos de la arábigo-andaluza, con lo cual se entrecruzan dos vertientes gastronómicas autóctonas: la morisca y la cristiana. Como base, la cocina alpujarreña de Laujar tiene productos propios de la zona y de cada temporada. Platos fuertes, típicos del duro invierno acompañados de las mejores carnes como aves de corral, exquisitos jamones y embutidos que se asoman al típico ‘plato alpujarreño’, ganado caprino o choto como se le conoce en la comarca. Al llegar al postre, muchos de sus dulces aún conservan la esencia morisca y basan en la almendra y miel, sus principales ingredientes. Aún así, el repertorio de dulces es variado y muy apreciado como son los roscos de sartén, los mantecados, los soplillos, los rosquillos de vino, los borrachillos, la leche frita, los pebetes de calabaza, merengues, buñuelos y pan de higo, entre otros.