La Consejería de Cultura programa hasta el 24 de julio en este conjunto monumental nueve espectáculos de teatro, danza y circo
El Festival de Artes Escénicas de Andalucía ‘Anfitrión’ abre el miércoles, día 14 de julio, sus puertas por segundo año consecutivo en La Alcazaba de Almería con la obra de teatro ‘Eduardo II, ojos de niebla’.
Un total de 9 espectáculos ha programado la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, a través de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, del 14 al 24 de julio en este conjunto monumental.
Dirigida por Jaime Azpilicueta la compañía Pentación Espactáculos sube el telón con un gran reparto actoral formado por José Luis Gil; Ana Ruiz, Ricardo Joven, Carlos Heredia y Manuel Galiana. ‘Eduardo II, ojos de Niebla’ recrea la vida del monarca inglés; pero lo que a simple vista puede parecer un drama histórico, con toda la carga cultural que ello representa, se transforma en algo más. Es una historia de amor, de odio, de pasión, de lucha por el poder.
Una historia de pasiones, ambición y venganza ambientada en la Edad Media en la Corte de Inglaterra con un rey, Eduardo II, reivindicando el derecho a amar. Además del amor prohibido, un trozo de historia, el juego del poder y la ambición, el deseo de venganza y los intereses creados de nobles y la Iglesia. En definitiva, el juego de la hipócrita realidad contra el deseo de amar.
La crítica especializada no ha escatimado elogios para esta producción, destacando la profundidad y versatilidad de los actores, así como la dirección de Azpilicueta en el manejo hábil de los elementos en escena, del movimiento de los personajes y la autoría de una sinergia que acaba en un final apoteósico y espectacular.
José Luis Gil se mete en la piel del rey Eduardo II con un resultado brillante dibujando un personaje dispuesto a defender su amor prohibido por encima de todo. Junto a él, Ana Ruiz en el papel de la reina Isabel, Ricardo Joven como el obispo Orleton y Carlos Heredia como Roger Mortimer. Mención especial merece Manuel Galiana, convirtiendo al prestamista en un personaje delicioso, dotando de alma a alguien, que por principio y oficio, debía carecer de ella. Este veterano actor nos presenta un soberbio ejercicio de interpretación en el que consigue la complicidad con el público.
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