El Teatro Auditorio de Roquetas de Mar acoge mañana sábado, 14 de febrero a las 21:30 horas la representación de la obra ‘Continuidad de los parques’ con Roberto Álvarez, Fele Martínez, Gorka Otxoa y Luis Zahera. Un parque, de por sí, ya es un escenario. Citas concertadas, encuentros casuales, conversaciones fútiles que en ocasiones devienen en reflexiones profundas de dos o más individuos, hogar de indigentes, lugar de contemplación, de paseo, de juego, de seducción…
El banco se convierte en el sitio idóneo para la complicidad o el antagonismo, aunque sólo sea por la proximidad física de dos desconocidos. La palabra hace el resto. Este es el punto de partida de las 8 piezas que componen ‘Continuidad de los parques’ como también lo fue anteriormente en obras como El Square, de Marguerite Duras, o Historia del Zoo, de Edward Albee.
Pero a diferencia de éstas, donde se asiste al drama de sus personajes, Continuidad de los parques propone un juego perverso, cómico y engañoso; un retablo de apariencias, de continuos equívocos a medio camino entre el realismo y el absurdo. Es una obra repleta de sorpresas, ágil, desconcertante y eminentemente divertida.
En Continuidad de los parques, Roberto Álvarez, Fele Martínez, Gorka Otxoa y Luis Zahera, interpretan a más de 20 personajes, que se cruzan, chocan, encuentran y “desencuentran” en un parque. El parque, ese trozo de verde en medio del cemento, del ruido y de la “multitudinaria” soledad de las ciudades.
Allí, en un parque, se apaciguan los ruidos exteriores y los interiores, se modifican los olores, el ritmo, el latido. En un parque cambian las reglas del juego, y uno se encuentra consigo mismo. Y, puede que gracias a eso, se encuentra también con el otro. ¿O es al revés? ¿Es el encuentro con el otro el que propicia que uno se descubra a sí mismo?
La obra disecciona, a través del humor, el dilema entre tu verdad, mi verdad, y la verdad, y es el espectador el que finalmente elige su propia aventura. Continuidad de los parques bebe del espíritu de los relatos de Roald Dahl y de Saki.
Su afán común es el de sorprender, con ingenio y sentido del humor; componer situaciones donde el desenlace imprevisto de sentido a la extrañeza inicial. Los personajes adquieren su verdadera dimensión, su comportamiento “coherente”, una vez sobrepasan el umbral de lo incomprendido. Y precisamente como consecuencia de ese conocimiento equívoco y parcial, el espectador puede disfrutar del desconcierto y el regocijo.