Els Joglars canta al optimismo para superar la crisis en ‘El nacional’

Els Joglars canta al optimismo para superar la crisis en ‘El nacional’

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Mucho optimismo sobre el escenario. Los sueños muchas veces se cumplen. Así le ocurre a Don José, el viejo acomodador del antiguo Teatro Nacional de Opera que fue el gran protagonista de El Nacional, obra que Els Joglars presentó el sábado en Roquetas de Mar. Pero lo curioso es que no era una obra nueva, sino que es el montaje recuperado por Albert Boadella para celebrar los 50 años de la compañía que ya estrenaran en 1993 con gran éxito.

Es el acierto o el azar. Sin duda, la elección de esta obra es acertada porque se viven situaciones y momentos que están de plena actualidad 20 años después. Fue un gran triunfo el de que esta compañía que siempre sorprende por muchas veces que se acuda a ver sus obras. El sábado el elenco de actores estuvo sensacional y demostraron porque llevan tantos años de éxitos sobre las tablas.

El hilo argumental de esta obra, que se podría también calificar de musical se centra en el afán de superación y sobre todo en las ganas que tiene un hombre por conseguir sus sueños. El teatro parece ya casi desaparecido. Por ello, Don José, viejo acomodador del an­tiguo Teatro Nacional de Opera, ahora degradado y sin actividad, se propone repre­sentar de nuevo Rigoletto, considerado por él como el símbolo del teatro, un oficio de bufones, juglares y payasos, que nada tiene que ver con los artistas histriónicos, intelectuales y realistas que según el viejo acomodador degeneraron la profesión hasta convertirla en un arte decadente.

Para conseguir materializar sus fantasías y delirios renacentistas, Don José se rodea de un grupo de indigentes que se prestan a ser utilizados en el proyecto a cambio de pernoctar dentro de las ruinas del edificio. Algunos de estos indigentes son músicos que tocan en el metro, y esto le servirá para formar la orquesta que acompañará las distintas arias de la ópera según su singular versión y con la ayuda de una antigua mujer de la limpieza del teatro que logró aprenderse muchas de las arias que es­cuchaba.

Las dificultades para controlar y adiestrar a los indigentes cargados de violencia entre ellos, la penetración del argumento de Rigoletto entre su delirio o las interven­ciones exteriores para desalojar el local y demolerlo, son algunos de los conflictos que Don José afronta tenazmente a lo largo de la obra. Pero su resistencia para aceptar la realidad exterior de un mundo que ya funciona sin el teatro lo abo­cará a un desenlace numantino, acompañado por el canto y la música de Rigoletto de Verdi.

Aunque todos los actores brillan con luz propia, hay que quitarse el sombrero ante la actuación que realiza el acomodador Don José encarnado por un soberbio Ramón Fontseré. Aunque la obra ofrece una critica constructiva, incluso para el gremio de los artistas, es teatro con mayúsculas, aunque el argumento habla de la vida, del afán de superación y sobre todo, de las ganas de vivir, en tiempos convulsos y de crisis.

 

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