El Siglo de Oro lleva a Vícar al Ricardo III de Willian...

El Siglo de Oro lleva a Vícar al Ricardo III de Willian Shakespeare

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Las Jornadas del Teatro del Siglo de Oro llegan este sábado a Vícar con uno de los grandes de la literatura, William Shakespeare. La compañía Atalaya (Premio Nacional de Teatro 2008) pondrá en escena del Teatro Municipal a las 21,30 horas esta obra dirigida y adaptada por Ricardo Iniesta. Ricardo III fue la primera tragedia y uno de los grandes éxitos de Shakespeare desde su estreno -junto a Hamlet y Romeo y Julieta- convirtiéndose en una de sus obras más representadas. Shakespeare se basó literalmente en una obra escrita por Tomas Moro sobre la historia del rey Ricardo III, en tiempos de la guerra civil inglesa o Guerra de las Dos Rosas, que enfrentara a las dos familias más importantes del reino: los Lancaster y los York, que luchaban por el poder absoluto del gobierno de Inglaterra.

Ricardo III es la historia escalofriante de un auténtico criminal, de un psicópata, quien, para conquistar el poder, asesina -sin remordimiento alguno- a sus seres más cercanos. Se trata de una obra que disecciona con precisión extrema la ambición, el anhelo de poder, y cómo tal anhelo puede llegar a corromper hasta la última fibra del alma.

En Ricardo III el personaje principal nos anuncia una y otra vez sus planes, nos convierte en sus confidentes, nos habla constantemente al oído. Ricardo funciona en la obra de dos modos: como personaje y como coro griego. Nos hace, en cierto modo, cómplices y “voyeurs” de sus crímenes. La implicación es tan poderosa como lo es el rechazo que nos embarga ante semejante individuo, que aparece como una fuerza primitiva, de una sola pieza, terrible, tal como los personajes de las tragedias griegas.

De esa misma fuerza dramática resultan los cuatro personajes femeninos: Lady Ana, viuda y nuera de dos de las víctimas de Ricardo, que será seducida y luego abandonada y asesinada por él; la Reina Margarita, viuda y madre de esas mismas víctimas, cuyas maldiciones acompañaran a todos los personajes de la obra, cual si de una Erinia se tratara; la duquesa, madre de Ricardo, que también maldice al fruto de su vientre, y la reina Isabel, a cuyos hermanos e hijos asesina, y a quien llega a pedir la mano de su hija en el colmo de la ignominia.

Ricardo es el paradigma del tirano y -al igual que en la Tragedia griega- Shakespeare consigue un retrato perfecto del mismo. Hace un estudio del mal, de la vileza y la ambición desmedida de un personaje que subordina el poder a todo lo demás sin reparar en medios para conseguirlo: engaños, traiciones y sobre todo asesinatos. Es entonces cuando sentimos que Shakespeare es el más grande dramaturgo de todos los tiempos, porque su penetración psicológica trasciende su época, la supera. Se introduce en la mente humana y saca interrogantes y conclusiones que resultan válidas para el hombre de ayer, de hoy y de mañana.

EL MONTAJE NOTAS DEL DIRECTOR

Ricardo III supone el primer acercamiento de Atalaya a Shakespeare tras cerrar la Trilogía de las Heroinas de la Tragedia -Elektra, Medea y Ariadna- y haber llevado a escena en otras tres ocasiones al Lorca del “teatro imposible”, a Heiner Müller y a los autores españoles actuales, además de Valle-Inclán, Bertolt Brecht y Maiakovski.

El Siglo de Oro era nuestra asignatura pendiente y hemos querido empezar por el más grande y acaso por su obra más inquietante y actual, que nos conecta con el teatro de la crueldad y el grotesco de Valle, el distanciamiento de Brecht y la espiral de sangre y venganza de las tragedias griegas.

El autor original de “La tragedia de Ricardo III” que inspiró a Shakespeare fue Tomás Moro -en pleno siglo XV-, el célebre autor de “Utopía”…. Se da la circunstancia de que en la misma temporada en que hemos comenzado los ensayos, se acaba de publicar “Atalaya, XXV años buscando utopías” con motivo de nuestro aniversario. Ha sido una temporada muy especial marcada por la apertura del Centro Internacional de Investigación Teatral TNT y la consecución del Premio Nacional de Teatro -que por vez primera sale de Madrid o Barcelona-.

Atalaya comienza aquí una nueva etapa, quizás de mayor resonancia, pero también con un grado superior de responsabilidad. Por ello hemos elegido un texto de tal calibre y con tantas posibilidades. Nuestro lenguaje resulta reconocible a través del trabajo sobre la energía de los actores en escena, de la utilización poética de los objetos y las atmósferas, de la acumulación de imágenes y temas musicales que obligan al espectador a elegir. Dentro de ese lenguaje, hemos optado por un estilo más cercano al expresionismo, al grotesco, que ya abordamos en “Divinas palabras” de Valle, o en algunos momentos de nuestras puestas en escena a partir de Maiakovski, Müller o Brecht. Un estilo en el que se percibe, la presencia inquietante de Artaud.

SINOPSIS

Ricardo, duque de Gloucester y perteneciente a la casa York, había matado ya -antes del comienzo de la obra- a Enrique VI de la casa Lancaster y a su hijo Eduardo, Príncipe de Gales. Ricardo era el tercero de sus hermanos de la casa de York, y por ello, la corona fue a parar a su hermano mayor, Eduardo IV, dando por concluída la cruenta guerra civil.

Deforme físicamente y, por lo tanto, no apto para la vida cortesana, Ricardo decide convertirse en un villano y matar sin freno hasta llegar a ser coronado rey de Inglaterra. De esa corona le separan varios parientes. A todos conseguirá apartar de su camino de la manera más vil y tortuosa: por razones políticas, cortejará y se casará con la viuda de Eduardo de Lancaster, Ana; mandará matar a su hermano, Clarence, reteniendo una orden de perdón de su hermano mayor; éste, enfermo y culpándose de la muerte de su inocente hermano, muere al poco; Ricardo ordenará asesinar progresivamente a todos los que le estorban en el camino: el primer ministro Lord Hastings, los hermanos de la reina Isabel, incluso los pequeños hijos de ésta -herederos legítimos del trono-.

Hasta ese momento Lord Buckingham ha sido su asesor y cómplice dentro del Gobierno, pero, a partir de ahí, pondrá freno a su ciega lealtad, lo que le granjea la enemistad de Ricardo. Buckingham huye para unirse a Richmond -prometido con la hija de la reina Isabel- y futuro rey. La muerte de los dos niños supone, asimismo, el repudio de la madre de Ricardo y el regocijo de la reina Margarita -que fue despojada de su trono y presenció la muerte de toda su estirpe por parte de los York-.

En su irrefrenable espiral de asesinatos, Ricardo, ordenará matar a la joven Ana, su esposa, para intentar conseguir a la hija de la reina Isabel. El último acto comienza con la ejecución de Buckingham, que es capturado por los esbirros de Ricardo, y los prolegómenos de la batalla entre las tropas de éste y las de Richmond. En la noche previa, Ricardo sufre una pesadilla en la que se le aparecen todos los espectros de sus víctimas; al despertar pronuncia un monólogo estremecedor -de los más logrados por Shakespeare- en el que se pregunta y se responde, se habla a sí mismo, se ama, se odia, se tranquiliza y se aterroriza. Resulta el anticipo de su final, solo en el campo de batalla ante las tropas enemigas.

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