El Museo Ibáñez de Olula del Río acaba de incorporar a su colección permanente una importante obra pintada por Emilio Sala, el gran pintor valenciano que fue amigo y mentor de Sorolla y uno de los artistas fundamentales de todo el siglo XIX español. Se trata de un retrato de señora cuya identidad no se ha podido desvelar. La obra estaba en una colección particular y salió a subasta pública en Madrid, donde fue adquirida por Andrés García Ibáñez con destino a la Fundación de arte Ibáñez Cosentino.
El cuadro se colgó y presentó ayer en el espacio destinado a la pieza destacada en la sala 16 de la pinacoteca olulense. Contó con la presencia de Javier Pérez Rojas, prestigioso historiador del arte y catedrático de la Universidad de Valencia, experto en arte español del siglo XIX y principios del XX, especialmente el de la escuela valenciana de entresiglos, de la que ha sido durante décadas de estudio científico su principal conocedor y divulgador. Pérez Rojas es, además, director de la Cátedra Pinazo del IVAM de Valencia y comisarió la exposición “El desnudo en la obra de Ignacio Pinazo”, que pudo verse en el Espacio 2 del Museo de Arte de Almería hace dos años. El experto señaló que, “sin duda, se trata de uno de los retratos más magistrales de cuantos salieron del pincel del artista, una obra de una madurez absoluta y una técnica prodigiosa, equiparable al mejor retrato elegante de un Sargent o un Sorolla”.
La obra está ejecutada en 1910, año de fallecimiento del pintor. La retratada está captada en una pose frontal, sentada y mirando al espectador, con las manos juntas. Luce un elegante atuendo con abrigo de piel y sombrero de plumas. La pincelada, suelta y ancha, certera y magistral, define de forma prodigiosa los volúmenes y el espacio con los mínimos planos y barridos, haciendo gala su autor de una sabiduría técnica asombrosa, tan definitoria del mejor hacer de la escuela valenciana de esa época. Es un retrato de corte mundano, donde una representante de la alta sociedad luce su elegancia y sofisticación con un atuendo lujoso. Dentro de la corriente internacional del Naturalismo, cultivaron este tipo de retrato artistas tan destacados como Sargent, Boldini, Zorn o los españoles Sorolla, Casas y Zuloaga.
Existe un paralelismo asombroso entre este retrato de Emilio Sala y el que Sorolla pinta de su mujer Clotilde, también en 1910, con abrigo de pieles y sombrero, expuesto en el Museo Sorolla de Madrid. En ambos casos, la pose de las modelos es muy similar y el atuendo es casi el mismo. Análogamente sucede con el colorido y entonación general e incluso con la pincelada, generosa y abocetada, amplia y alargada. Se abre aquí un campo de investigación para desvelar cuál de las dos obras se ejecutó antes, siendo del mismo año, y si existió realmente conocimiento –y por extensión influencia- del primero de los retratos por parte del autor que ejecutó el segundo. No deja de ser una relación fascinante entre dos artistas en el culmen de sus carreras que en el pasado habían coincidido en Roma. Allí, Sala aconsejó bien al joven Sorolla y éste mostró, como se sabe, su admiración hasta el fin de sus días hacia Sala.
Al respecto, suele repetirse un momento –narrado por su discípulo Santiago Martínez– en el que Sorolla estaba finalizando el encargo de la Visión de España para la Hispanic Society con el lienzo de La pesca del atún en Ayamonte. Cuenta el discípulo que Sorolla pintó en una sola sesión, del natural, todo el primer plano del cuadro con los atunes arrastrados y amontonados, chorreando agua y sangre, y que, al terminarlo le espetó satisfecho: “¡Mira muchacho, que trozo de pintura valenciana, parece un Emilio Sala!”.
El “Retrato de señora” de Emilio Sala puede verse desde ayer en el Museo Ibáñez de Olula del Río en el espacio “La pieza destacada” de la sala 16, en su horario de apertura habitual. Permanecerá allí un mes y después se colgará en la sala de pintura española del XIX junto al “Retrato de la condesa de Albox” de Joaquín Sorolla. Con posterioridad viajará como pieza invitada al Museo de Arte Doña Pakyta de Almería.