El español también se aprende jugando

El español también se aprende jugando

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Esta mañana se ha iniciado en el campus de La Cañada el Curso de Verano de ELE (Español como Lengua Extranjera), que ha sido organizado conjuntamente entre el Instituto Cervantes y el Centro de Lenguas de la UAL. Este curso se imparte en la UAL desde hace bastantes ediciones, convirtiéndose ya en uno de los más veteranos. Con una duración de dos semanas, es el Curso de Verano con más horas de docencia de todos los que se imparten en la Universidad. Desde hace varios años, la demanda de este curso ha aumentado considerablemente y este verano se han creado dos grupos de 40 personas cada uno. Hace semanas se completaron todas las plazas previstas para esta edición, quedando en lista de espera cerca de una treintena de alumnos. Hoy lunes, el seminario ha contado con la participación de Javier de Santiago Guervós, docente de la Universidad de Salamanca, que ha impartido la ponencia “Plataformas didácticas para la creación de actividades en las clases de ELE”. El ponente ha mostrado a los alumnos y alumnas del grupo I un catálogo con numerosas actividades de apoyo a la docencia del Español como Lengua Extranjera (ELE).

Con juegos de crucigramas, sopas de letras, juegos de los diez errores, etc., Guervós ha sumergido al alumno en una actividad que permite aprender jugando y que le hace, sobre todo, pensar. Su alumnado habitual en la Universidad de Salamanca suelen ser alumnos Erasmus, que pisan España por primera vez. A él le suele dar muy buen resultado el uso de mapas de la ciudad, que sirven al estudiante para orientarse en un entorno desconocido. También practica con ellos las posibles preguntas y respuestas y usa para ello mapas completos e incompletos. Estos últimos obligan al alumno o alumna a preguntar más en profundidad y a recabar una información adicional a la orientación.

De Santiago ha analizado exhaustivamente numerosos juegos y actividades educativas que sirven para ayudar a enseñar nuestro idioma. Juegos que sirven para estimular al alumno a trabajar en grupo, a resolver problemas de forma más lúdica y a fijar los contenidos aprendidos durante las clases teóricas. Se han visto pormenorizadamente las ventajas y los inconvenientes de cada uno. Los alumnos han podido comprobar la eficacia de juegos como los crucigramas, sopas de letras, “pasa palabras”, “describe y dibuja”, etc.

Igualmente, ha explicado la utilidad de actividades como el “Juego de los números romanos”, que resultan muy útiles a la hora de enseñar a estudiantes extranjeros las frecuentes “repeticiones” o redundancias de los españoles al hablar. Por ejemplo, cuando a un español se le pregunta algo, no suele responder con un “sí” o “no”, de forma escueta. Lo normal es que responda repitiendo, varias veces, “sí” o “no” para mostrar una mayor cordialidad y cercanía a su interlocutor. O si saluda a alguien, un ciudadano español no responde con un “hola” solitario. Suele acompañarlo con “¿Qué tal?, ¿Cómo estás, ¿Cómo te va?”, etc. Para que los alumnos lo asimilen mejor, esta actividad asigna un número romano a cada expresión y los combina entre sí, facilitando de esta forma un acercamiento a una costumbre muy española que resulta extraña a los alumnos procedentes de otras culturas.

Por su parte, en el segundo grupo, intervenía Marta García, que es profesora también de la Universidad de Salamanca. García ha apuntado durante su ponencia que los españoles suelen ser muy expresivos a la hora de comunicarse. El alumno debe de dominar, además del vocabulario y la gramática, toda una serie de patrones culturales y gestos que son exclusivos de nuestra cultura. Así, Marta García ha analizado el lenguaje no verbal característico de la cultura española y ha abordado el comportamiento que adoptamos los españoles en situaciones de la vida cotidiana como en un bar, en un ascensor, en una reunión de amigos, al presentarse a desconocidos, etc.

El mismo gesto o comportamiento en una cultura, puede significar rechazo en otra. Incluso se puede convertir en un problema serio o llegar a ser interpretado, por el otro interlocutor, como de “mala educación” o “falta de respeto”.

 

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