El Don Juan más cruel

El Don Juan más cruel

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Desmontando el mito o presentándolo de la forma más cruda. Así es la versión de ‘Don Juan’ que se pudo ver el pasado domingo en el Auditorio Maestro Padilla, un montaje atrevido y rompedor que cuenta con la dirección de Blanca Portillo y el texto de Juan Mayorga.

Un cuerpo enmascarado, casi moribundo, sobre una mesa, una mujer embarazada de riguroso luto y un cortejo de sombras desfilando alrededor del escenario daban la bienvenida.

La obra representada anoche durante cerca de dos horas y media en el Auditorio Municipal Maestro Padilla, dentro del programa ‘Invierno Cultural’ del Área de Cultura, abrumó al público por su crudeza, crueldad y su argumento explícito, despojando a ‘Don Juan’ de cualquier tipo de encanto romántico.

Los almerienses disfrutaron de una obra de primerísimo nivel en un montaje que lleva el sello de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Con un José Luis García-Pérez soberbio en el papel protagonista, la representación desfiló por el argumento base de la obra de José Zorrilla, pero con un estilo moderno, tanto en la estética como en el vestuario callejero y urbano. Así, lejos de plumas, espadas y sombreros de ala ancha, los actores portaban vaqueros, chaquetas ajustadas, botas altas, bates de beisbol y rodilleras donde guardar navaja o machete y cinturón para enfundar la pistola.

Luis Mejía y Juan Tenorio cumplen con la cita para comprobar quién de los dos ha cometido más crímenes y engañado a más mujeres en el último año y, tras la trifulca, una mujer a punto de casar y una novicia entran en escena. Don Juan ganará de nuevo el reto llevándose todo a su paso. Tanto al propio Mejía, como al padre de doña Inés. Entre la locura y el delirio, Tenorio acabará hablando con muertos hasta finalmente encontrar la redención en el último aliento de vida, gracias a una doña Inés condescendiente, pero no ingenua, como demostró en ese desprecio final escupiendo sobre el cadáver del antihéroe cruel y retador.

En el desarrollo de la obra destacaron también los interludios musicales de Eva Martín, que con carácter lúgubre mezcló jazz con tenebrismo mientras se sucedían los cambios de escenografía. También la solemnidad de Gonzalo de Ulloa, como padre de Inés, o el descaro sensual de Beatriz Argüello en el papel de Brígida, facilitadora de los planes de Don Juan Tenorio. Y cómo no, la madurez acelerada del papel de doña Inés, interpretado por Ariana Martínez, que pasa de la candidez novata al desencanto marcado por el descubrimiento de la realidad.

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