El ferrocarril fue un gran aliado de la economía almeriense a finales del siglo XIX y principios del XX. Una de las líneas que contribuyó al desarrollo económico era la que unía Lucainena de las Torres y Agua Amarga y que hizo más rentables las minas de hierro y plomo de la zona. Ahora, el Archivo Histórico de Almería expone el expediente de expropiación de los terrenos para construir la línea férrea.
El documento data del mismo año (1895) en que se inauguró el tramo Guadix-Almería, del que se cumple su 120 aniversario. Según ha señalado el delegado de Cultura, Alfredo Valdivia, “se trata de un ejemplo del gran interés que hubo a finales del siglo XIX por dotar a Almería de un trazado ferroviario que diera respuestas a las demandas de estos servicios”. Pertenece al fondo documental de Obras Públicas y está compuesto de dos memorias, una por cada término municipal y una rica planimetría realizada sobre papel tela y a color.
Para la elección del documento se ha tenido en cuenta -ha informado Valdivia- la preocupación social actual que existe en Almería por la mejora de los servicios ferroviarios y la abundante documentación que se custodia en este Archivo relacionada con la construcción de las distintas vías ferroviarias que ha habido y hay en la provincia.
El delegado de Cultura ha afirmado que resulta imprescindible para cualquiera que quiera investigar sobre el tema ferroviario en Almería, la consulta de la documentación que custodia el Archivo Histórico Provincial y ha añadido que aunque “es cierto que no se puedan ver los grandes proyectos de construcción de las importantes líneas generales y sus modificaciones al no encontrarse aquí (según el Reglamento de 1878 se presentaban en el Ministerio de Fomento), sí consta en este Archivo la documentación que fue generada en el proceso de construcción de distintas líneas de ferrocarril que se hicieron en esta provincia, así como la que nació al realizar el resto de las obras en las que intervino el gobierno central: carreteras, puertos, embarcaderos, centrales eléctricas, encauzamientos de ríos, etc”.
Por su parte, el presidente de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Almería, Jesús Martínez, ha declarado que lo que queda de las instalaciones de Lucainena y Agua Amarga “son unos de los vestigios de la arqueología industrial-minera almeriense más importantes” y ha detallado la construcción de esta pequeña línea minera para transportar los carbonatos de hierro que se extraían en las entrañas del extremo nordeste de Sierra Alhamilla en Lucainena de las Torres, hasta la ensenada de Agua Amarga en la costa de Níjar.
La línea tiene su origen en Lucainena, en la estación de clasificación y carga, en donde estaban los talleres y oficinas de la Compañía, al pié de la sierra, sobre la que se extendía una amplia red de vías secundarias para recoger el mineral del laberinto de bocaminas pozos y galerías, el gran plano inclinado del Burrucho que acercaba el mineral a la batería de hornos de calcinación para procesar los carbonatos y una central eléctrica que primero fue a vapor y, posteriormente a fuel.
A lo largo de la línea había 17 pasos a nivel, 10pasos inferiores y 11 superiores, 14 cuevas para acopio de materiales y enseres de vías y obras, cada una con su nombre propio. Las locomotoras de vapor Lucainena, Níjar, Agua Amarga, Carboneras y Peralejos remolcaban los convoyes cargados de bajada y vacíos de subida.
Señala Jesús Martínez que en 1931, después de 36 años de productiva explotación, aunque con algunos altibajos, y ante el estancamiento de la exportación, se suspendieron los trabajos. “Los años siguientes con el paréntesis de la Guerra Civil fueron de una actividad esporádica. Finalmente, incautadas las minas y el ferrocarril por el Estado, en 1942 cesó completamente la explotación y la línea y demás instalaciones fueron desmanteladas y el último embarque de mineral lo hizo el vapor Bartolo”.