David Carpio, agradecido de estar en una peña con tanto «empaque»

David Carpio, agradecido de estar en una peña con tanto «empaque»

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David Carpio y Manuel Valencia. Foto: Jesús Amat

Como techo una bóveda árabe de cañón del siglo XI, el suelo es un pequeño tablao de madera en el que se sitúan dos sillas, una para el cantaor y otra para el guitarrista. Solo hay una lámpara encendida es la que alumbra el escenario que espera al cantaor David Carpio y al guitarrista Manuel Valencia.
El silencio se quiebra, los primeros quejios hacen eco en la estancia, una voz suave, cálida y vibrante sale de la garganta de Carpio, solo apoyado en la silla de anea, plantado en un impoluto traje negro, sin más adornos. Entona un martinete, cante pa´tras, un palo vertebral del flamenco que arranca los jaleos del público. Apenas unos 100 privilegiados, socios de la peña flamenca “El Taranto”, disfrutan de la esencia de su cante jerezano.

La mano alzada saluda al público y al guitarrista, toma asiento, se seca el sudor de la cara con el pañuelo blanco que guardaba en el bolsillo delantero de la chaqueta, suenan los primeros acordes, “soleá” dice. Toque y cante, guitarra y voz, en la pared de detrás el escudo de la peña y más arriba el hueco de lo que pudo ser un “altarito”, historia, cultura y como el propio Carpio dijo “empaque” para referirse a esta peña almeriense ganadora de la medalla de oro de la cultura de Almería este año. Cuyas paredes han escuchado a muchos grandes del flamenco como Camarón, Tomatito, José Mercé, Estrella Morente, etc.

Un estilo purista, cuidado para una noche en la que no faltó el compás de los palmeros para acompañar las cantiñas y alegrías. Un recital que acabó, como acaba una noche flamenca, por bulerías.

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