Este encuentro internacional ha concluido con una ponencia de Santiago Redondo Illescas, profesor de Psicología y Criminología de la Universitat de Barcelona.
El profesor Redondo Illescas ha centrado su ponencia en el origen de la delincuencia juvenil, en sus inicios y en el desistimiento a la misma. Según Redondo la edad media en la que se inician los jóvenes en pequeños delitos suele rondar los 13 años; se produce un incremento a los 16 años y sigue creciendo hasta los 18. Pasada esta edad, se produce un decrecimiento importante en el número de delitos.
Redondo habló de los factores de riesgo que, con frecuencia, suelen ser múltiples y afectan con frecuencia desde edades tempranas. Muchos de los factores de riesgo vienen motivados por problemas familiares, barrios con alta criminalidad, conductas antisociales, amistades, alcohol, drogas, etc. Pero independientemente de estos factores, que pueden condicionar a que un joven adolescente se inicie en el mundo de la delincuencia, existen otros mucho más imprevisibles. A estas circunstancias imprevisibles las denominaría Redondo: “Efecto mariposa”. Corresponderían a aquellos factores puntuales que provocan una cadena imprevista de actuaciones. Estos cambios imprevistos y bruscos, pueden provocar que un adolescente se sienta atraído por el mundo de la delincuencia. Puso como ejemplos un cambio de domicilio, una ruptura matrimonial, una nueva amistad, etc. El “Efecto mariposa” puede ser positivo o negativo, ya que puede hacer que un joven se acerque a la delincuencia o que se produzca todo lo contrario; que se aleje. “Si se logran desplazar estos rasgos negativos de la sociedad, se reducirá la delincuencia a largo plazo”, manifestó.
Por último, Redondo expuso su opinión sobre las medidas preventivas y de castigo. Estableció dos apartados: las medidas que resultaban eficaces y las que no. Según la estadística, la tasa de reincidencia es mayor en aquellos jóvenes que habían sido internados y menor en los que no. Una mayor dureza en los castigos o condenas suele ser una medida ineficaz. Para Redondo, resulta más efectivo “cuando el castigo no se basa en la dureza sino en la certeza, ya que provoca disuasión”. Se mostró contrario a muchas campañas que se han iniciado por muchos gobiernos europeos y latinoamericanos. El que los jóvenes tengan una sobreabundancia de información relativa a drogas, alcohol, valores sociales, etc., provoca, a veces, el efecto contrario. Hay adolescentes que estas campañas le incitan a conocer más y producen una atracción hacia lo prohibido.
La mejor forma de que una persona que ha sido condenada a la privación de libertad, no vuelva a reincidir, es que el tiempo de prisión “se convierta en un tiempo de utilidad”, manifestó Redondo. Por ello, se hace necesario que la Justicia juvenil se “autocontrole” y que no busque siempre el castigo severo y punitivo.