Hoy comienza la tercera edición del Almería Western Film Festival (AWFF). Nacido para promocionar el género y para vender los escenarios naturales de Almería, este festival es una oportunidad única para los amantes del western y para todos aquéllos que se sienten curiosidad por una forma de hacer cine que utilizó hasta la extenuación los decorados almerienses. Las balas vuelven a silbar en Tabernas donde, hasta el próximo sábado, se reunirán representantes de la industria, actores, directores y el público fiel a un género en el que Almería tiene mucho que decir. El director del festival, César Méndez, revela algunos de los secretos que se esconden tras la organización del Almería Western Film Festival.
Es la tercera edición y cada vez con más fuerza.
Todavía no podemos hablar de que es un festival maduro, pero sí es cierto que a lo largo de estas tres ediciones la evolución ha sido positiva.
Cómo se organiza un festival, ¿hay que ir detrás de las películas para que vengan o al revés?
De las dos maneras, hay veces que se nos acercan películas para estar presentes en el festival y en otras ocasiones somos nosotros quienes llamamos a las puertas de las productoras para que traigan sus películas a Tabernas. El hecho de celebrar la tercera edición nos ha dado cierta fama y cada vez son más las que nos llaman.
Este año hay un título a concurso importante como la última película de Tarantino.
Desde el primer año tuvimos películas con mucho nombre y eso, en cierto modo, nos ayuda a llegar al público. Intentamos atraer directores de fuera a la zona, así como a productores y demás gente de la industria, para que vean el potencial de Almería y vengan a rodar aquí. Tenemos unos decorados, unas localizaciones y una luz que hacen de Almería un lugar único para rodar películas de todo tipo y especialmente westerns.
En Almería se están recuperando los rodajes, ¿no?
Los directores que vienen, cuando ven los poblados y todas las instalaciones que hay se muestran muy interesados en venir. Un ejemplo es el director que ganó el premio del público el año pasado, que ha vuelto a Almería para rodar una película de bajo presupuesto. Almería tiene que hacer frente a la competencia que muestran Rumanía y Bulgaria, que están atrayendo muchos rodajes para televisiones y también para cine, y allí no hay ni la infraestructura ni la luz que aquí, sin embargo se están llevando los rodajes. Esto nos demuestra que todavía tenemos que vendernos mucho mejor. Aquí tenemos problemas de comunicación en este sentido y perdemos rodajes de proyectos más pequeños, que son de los que más abundan.
Pero la luz de Almería es difícil de imitar, ¿no?
Obviamente ése es uno de los puntos a favor de Almería, junto a los decorados, porque en toda Europa no te encuentras un decorado de desierto como el que tenemos en Tabernas; en Rumanía y Bulgaria hay decorados en bosque, que funcionan para los westerns, pero están muy alejados de todo lo que puede aportar un desierto.
El Festival es una oportunidad como pocas para acercarse al género.
La parte dedicada a recuperar clásicos es casi más importante que el concurso en sí. Al festival viene gente de fuera y muchas veces no tiene ni idea de que grandes títulos del género se han rodado aquí.
Además, también lo es para conocer a grandes leyendas del cine.
Todos son interesantes, porque todos tienen una trayectoria amplísima a sus espaldas. Tenerlos en Almería nos va permitir conocer cómo eran los rodajes en los años 60 y 70, qué Almería se encontraron, los problemas con las infraestructuras, los hoteles… hay una serie de anécdotas que se van a poder conocer de primera mano.
¿Se puede hablar de un resurgimiento del género?
Creo que desde los 60 y 70 no hay tanta pasión por el género. Ahora hay una fusión con otros registros como el terror y el fantástico, con resultados muy interesantes.
