“La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porqué la crisis trae progresos”. Albert Einstein. Cuando en 1989 cayó el Muro de Berlín y comenzó a desmoronarse todo el sistema comunista del otro lado del telón de acero, Finlandia se encontró, de la noche a la mañana, sin clientes para gran parte de sus productos. Fruto de ello, el país entró a partir de 1990 en una profunda recesión económica, con una caída del PIB del 13%, un aumento desenfrenado del desempleo, y un descenso del 50% en los precios de la bolsa y la vivienda. En 2001, sólo diez años más tarde, Finlandia era ya considerado el país más competitivo del mundo en el ranking internacional de competitividad de los países del “World Economic Forum”.
Hoy en día, Finlandia es considerado el país más innovador y competitivo de Europa, encabeza la mayoría de los rankings de innovación y competitividad del mundo, y es de los escasos países del mundo donde puede decirse que existe una verdadera “sociedad de la información”.
Finlandia fue capaz de superar la grave crisis económica de los 90 y convertirse en el país más competitivo del mundo gracias a una serie de medidas tomadas por los sucesivos gobiernos del país y que tuvieron como objetivo prioritario reforzar la posición competitiva de sus empresas, su productividad y su capacidad de innovación. Sin embargo, esta serie de medidas sólo tuvo éxito gracias a la existencia en Finlandia de los cimientos sobre los que construir este sistema de innovación: el mejor sistema educativo del mundo. La inmensa calidad de su sistema educativo hace que Finlandia lidere todos los rankings internacionales sobre calidad educativa, y lo que es más importante, permite que los ciudadanos finlandeses, en todos los ámbitos profesionales, tengan una formación de primer nivel mundial que multiplica la competitividad de empresas, administraciones públicas y universidades.
Andalucía vive en la actualidad una enorme crisis económica. ¿Qué hacer? ¿Esperar a que amaine la coyuntura internacional? Son muchas las voces que afirman que poco margen de maniobra tienen los gobiernos ante una crisis económica del calibre de la actual. Sin embargo, mi opinión es muy diferente. Tenemos una enorme capacidad de acción ante esta crisis económica, y lo peor que podemos hacer es agachar la cabeza, esperar que amaine, y no aprovechar esta crisis como lo que es: una enorme oportunidad de cambio y modernización para Andalucía.
El caso de Finlandia (y el de otros países, como Irlanda) muestra que una gran crisis, si se aprovecha de forma adecuada, puede ser el revulsivo y el motor de transformación que necesita un país para ganar el futuro.
Para ello, el primer ingrediente es creer que ese cambio es posible. Es posible para Andalucía soñar con ser una región próspera y avanzada. Es posible contar con empresas innovadoras capaces de competir en todo el mundo. Es posible crear oportunidades profesionales de primer nivel para sus jóvenes más preparados, para que no tengan que emigrar a ciudades y regiones más avanzadas. Es posible ofrecer unos servicios públicos sanitarios, educativos y asistenciales de primer nivel mundial para todos sus ciudadanos. No debemos aspirar a menos. Pero para ello, hay que realizar importantísimos cambios estructurales, que requerirán una planificación y un pensamiento a largo plazo. Cambios estructurales que pueden ser dolorosos y que pueden encontrar la reacción de ciertos segmentos de la sociedad. Y que por esas mismas razones sólo pueden ser realizados en un momento de grave crisis económica como la actual.
¿Por dónde empezar? Muchas regiones del mundo, en un intento por mejorar la prosperidad de sus ciudadanos, dirigen sus esfuerzos al sistema empresarial o al de innovación. Sin embargo, todos estos esfuerzos pueden ser infructuosos a menos que se ataque directamente a la base de la pirámide, al sistema educativo. A aquellas regiones del mundo que piensen a largo plazo y deseen crear los cimientos de su prosperidad futura habría que darles el siguiente consejo: primero la educación, luego todo lo demás. Analizando los resultados del informe PISA sobre la calidad educativa de los diferentes países del mundo, puede verse de forma directa cómo será el futuro del mundo. Porque aquellos países que queden en los primeros lugares en este informe internacional (Finlandia, Canadá, Hong Kong, Nueva Zelanda, Australia), serán los que tengan empresas con mejores profesionales, gobiernos con mejores dirigentes, y ciudadanos más preparados y exigentes. Serán, en definitiva, los países más preparados para ganar el futuro.
Así pues, como primera medida y pilar fundamental para la Andalucía del futuro, es necesario un gran pacto de estado entre todos los partidos políticos, agentes sociales, empresas y ciudadanos, para rediseñar y lanzar un sistema educativo de primer nivel mundial, que será la base sobre la que crear la prosperidad futura de Andalucía. Como parte fundamental de este nuevo sistema educativo, debe impulsarse una importante revolución en los VALORES que se fomentan y transmiten a los niños, para pasar a fomentar los valores del esfuerzo, la responsabilidad individual, el mérito y la ambición; debe fomentarse en ellos una visión internacional y global, que mire al futuro y a la tecnología; y debe trabajarse por establecer en las escuelas y progresivamente en toda la sociedad una verdadera meritocracia, donde el mérito encuentre su recompensa. Niños con esos valores serán los que puedan crear un futuro de prosperidad para Andalucía.Prefiero mirar a esta crisis como una bendición para Andalucía; la llama que puede iniciar el proceso de profunda transformación que nuestra región necesita. Pero para ello es necesario tanto el esfuerzo de todos como la emergencia de los líderes que movilicen a nuestra región para transformarla en la Andalucía que todos soñamos.