El personaje más famoso de Antoine de Saint-Exupéry, el Principito, vivía en un asteroide volcánico cuyos volcanes cuidaba con esmero. Pero los asteroides reales no suelen ser volcánicos. ¿O sí? Hay motivos para pensar que estos objetos no tendrían que ser tan raros. Estudios recientes basados en datos obtenidos en Calar Alto han ayudado a descubrir unos cuantos más de estos pequeños mundos volcánicos, algunos de los cuales muestran rasgos exóticos y desconcertantes…
Los asteroides son cuerpos sólidos pequeños que dan vueltas alrededor del Sol siguiendo órbitas situadas en su mayoría dentro del llamado cinturón de asteroides, una región difusa entre Marte y Júpiter. El personaje más famoso de Antoine de Saint-Exupéry, el Principito, vivía en un asteroide volcánico cuyos volcanes cuidaba con esmero.
Pero se cree que los asteroides volcánicos reales son muy escasos. Un asteroide volcánico o, con más propiedad, basáltico, solo llega a formarse si su cuerpo se ha fundido parcialmente en algún momento del pasado, lo que permite que los elementos pesados (metales) se hundan hacia el centro y que los más ligeros se acumulen en el manto, a la vez que se forma una corteza basáltica debida a la emisión de flujos de lava. Este proceso, llamado diferenciación, solo se produce en asteroides de tamaño considerable.
Solo hay un asteroide grande que presente corteza basáltica, Vesta, y se ha hallado toda una familia de objetos más pequeños que presentan rasgos orbitales y superficiales parecidos, lo que hace pensar que se trata de fragmentos arrancados de Vesta por grandes impactos: estos asteroides conforman la «familia de Vesta».
Sin embargo, hay motivos para pensar que los asteroides basálticos no tendrían que ser tan escasos. Hoy día se considera que el viejo Sistema Solar tuvo que contar con muchos objetos análogos a Vesta y varios de ellos, o al menos algunos de sus fragmentos, podrían seguir ahí fuera.
Estudios recientes han descubierto que algunos asteroides cercanos a la Tierra, de tamaño muy reducido, son basálticos y que, a la vez, no tienen por qué ser miembros descarriados de la familia de Vesta. Además, en 2000 se descubrió un asteroide basáltico en la región exterior del cinturón principal, Magnya.
Los investigadores René Duffard (Instituto de Astrofísica de Andalucía) y Fernando Roig (Observatório Nacional do Brazil) han dedicado parte de su trabajo científico a seguir la pista de los asteroides basálticos, y explican que Magnya «se encuentra demasiado alejado de la familia de Vesta como para que haya probabilidades reales de que constituya un fragmento de la corteza de Vesta». Convencidos de que tiene que haber más mundos basálticos no relacionados con Vesta, emprendieron una búsqueda en pos de estos objetos exóticos.
Estos investigadores afirman que «la diversidad que se observa en los meteoritos basálticos recogidos en la Tierra requiere que procedan de más de un asteroide basáltico progenitor». En un estudio publicado recientemente, confirman el hallazgo de dos asteroides basálticos adicionales en las regiones externas del cinturón principal. Sus nombres son Kumakiri y 1991 RY16. El segundo carece aún de nombre propio y por ahora se designa por medio de su código numérico. Los rasgos mineralógicos y las características orbitales de estos cuerpos los sitúan claramente fuera de la familia de Vesta. Las observaciones se realizaron en el Observatorio de Calar Alto, mediante la cámara CAFOS acoplada al telescopio de 2.2 metros.
Duffard y Roig explican que Magnya, Kumakiri y 1991 RY16 «se encuentran bastante separados entre sí en términos de elementos propios, y que ninguno de ellos pertenece a las familias de asteroides conocidas».
Además, ciertos rasgos espectrales poco comunes podrían situarlos como los primeros ejemplos de un categoría de objetos totalmente nueva. Estos investigadores planean ya observaciones adicionales para definir mejor las propiedades de estos asteroides, y para ampliar la clase de los asteroides basálticos que no pertenecen a la familia de Vesta. El Principito vivía en el asteroide B612, que poseía tres volcanes y una rosa. Los asteroides volcánicos reales ya están aquí. Pero, ¿dónde están las rosas?