El personaje más famoso de Antoine de Saint-Exupéry, el Principito, vivía en un asteroide volcánico cuyos volcanes cuidaba con esmero. Pero los asteroides reales no suelen ser volcánicos. ¿O sí? Hay motivos para pensar que estos objetos no tendrían que ser tan raros. Estudios recientes basados en datos obtenidos en Calar Alto han ayudado a descubrir unos cuantos más de estos pequeños mundos volcánicos, algunos de los cuales muestran rasgos exóticos y desconcertantes…
Los asteroides son cuerpos sólidos pequeños que dan vueltas alrededor del Sol siguiendo órbitas situadas en su mayoría dentro del llamado cinturón de asteroides, una región difusa entre Marte y Júpiter. El personaje más famoso de Antoine de Saint-Exupéry, el Principito, vivía en un asteroide volcánico cuyos volcanes cuidaba con esmero.
Pero se cree que los asteroides volcánicos reales son muy escasos. Un asteroide volcánico o, con más propiedad, basáltico, solo llega a formarse si su cuerpo se ha fundido parcialmente en algún momento del pasado, lo que permite que los elementos pesados (metales) se hundan hacia el centro y que los más ligeros se acumulen en el manto, a la vez que se forma una corteza basáltica debida a la emisión de flujos de lava. Este proceso, llamado diferenciación, solo se produce en asteroides de tamaño considerable.
Solo hay un asteroide grande que presente corteza basáltica, Vesta, y se ha hallado toda una familia de objetos más pequeños que presentan rasgos orbitales y superficiales parecidos, lo que hace pensar que se trata de fragmentos arrancados de Vesta por grandes impactos: estos asteroides conforman la «familia de Vesta».
Sin embargo, hay motivos para pensar que los asteroides basálticos no tendrían que ser tan escasos. Hoy día se considera que el viejo Sistema Solar tuvo que contar con muchos objetos análogos a Vesta y varios de ellos, o al menos algunos de sus fragmentos, podrían seguir ahí fuera. […]
Descargar artículo entero nº 36 – Energía Solar contra las plagas. Mayo 2008