‘Agua, agricultura y sostenibilidad’ se dan la mano en el Curso de Verano de la Universidad de Almería inaugurado este miércoles, 17 de julio. Los expertos piden la colaboración académica, política y la conciencia ciudadana para un mayor aprovechamiento de este limitado recurso.
En una de las provincias más áridas y con mayor déficit hídrico de España tuvo lugar el llamado ‘Milagro de Almería’ que no fue otro que crear la mayor huerta de Europa aprovechando cada gota de agua. La Universidad de Almería ha organizado el Curso de Verano ‘Agua, agricultura y sostenibilidad’ uniendo tres conceptos estrechamente ligados al futuro del sector hortofrutícola. Durante el mismo se va a discutir con los asistentes (estudiantes agricultores y empresarios) estos aspectos y la relevancia que tiene para Almería esta temática.
“Tenemos que plantearnos qué hacer a medio y largo plazo porque si perdemos esa sostenibilidad, será algo que vaya no solo en nuestra contra, sino también de cara a los consumidores europeos de nuestros productos. Si no somos capaces de generar productos sostenibles vamos a tener una mayor dificultad en competir en los mercados y peores perspectivas de desarrollo”, ha explicado el director del curso, Gabriel Acién.
Los Cursos de Verano 2019 han llegado a su recta final, tal y como ha comentado el rector, Carmelo Rodríguez. Y lo hace con una temática muy interesante para la sociedad, “uno de los objetivos de nuestra programación estival”. Almería es un referente en el uso sostenible del agua en la agricultura y en buena parte se debe a la investigación que se lleva a cabo en la Universidad de Almería. “En la UAL tenemos un ingente grupo de investigadores, de los 1.000 que hay, aproximadamente la cuarta parte trabajan de alguna manera con temas relacionados con la agricultura”. Para el rector, este curso es una ventana perfecta para que la UAL transfiera conocimiento a la sociedad. “Algo que las universidades estamos obligadas a hacer. Se han acabado los tiempos en los que la docencia y la investigación eran exclusivos del ámbito universitario y solo se hacían para ampliar currículum. Ahora esa docencia e investigación tiene que orientarse a la sociedad y que esta se aproveche de los conocimientos y tecnologías que se genera en la universidad. Y estos temas, agua, agricultura y sostenibilidad, son perfectos para hacer esa transferencia”.
Aránzazu Martín, delegada de Agricultura y Medio Ambiente ha destacado la cualidad almeriense de “utilizar como nadie los recursos hídricos de los que disponemos. Hemos sabido utilizar como nadie cada gota de agua y somos líderes en rendimiento de cada litro de agua de toda Europa. Sabemos exportar en las mejores condiciones y con la mejor eficiencia en el uso del agua”.
La delegada también ha señalado que la provincia es un claro ejemplo de equilibrio sostenible pues cuenta con un 30 por ciento de su superficie protegida y un 3 por ciento dedicada a la agricultura. Además ha agradecido el apoyo de la UAL en la investigación que realiza en este campo y ha manifestado el compromiso de la Delegación de Agricultura y Medio Ambiente en trabajar por una mayor sostenibilidad en el uso del agua.
El primer ponente de la jornada ha sido Alfredo Aguilar, codirector del curso, quien ha planteado la escasez de agua como una cuestión global. “El agua es un recurso limitado y hay que usarla de forma eficaz”. En este sentido ha hablado del impacto que tiene el crecimiento de la población mundial, que pasará de los actuales 7.100 millones de personas a los 9.000 en el año 2050. Esto supone que tendrá que aumentar la producción de alimentos lo que conlleva a un mayor impacto ambiental porque se seguirá intensificando el uso del suelo y por tanto del agua. “De momento la desalación no es la solución porque supone un gasto energético enorme (la cantidad de CO2 emitido a la atmósfera)”.
Aguilar, explica el camino que se debería seguir tiene tres vertientes: la académica, la política y la social. “Lo que hay que hacer es apoyar la investigación, los desarrollos tecnológicos, la colaboración con grupos de otros países y promover políticas coherentes, de forma que la política agrícola esté en sintonía con la energética, porque si no se dan palos de ciego”. Y por último, la concienciación de toda la ciudadanía. “Si cada uno de nosotros hiciéramos nuestra parte se conseguiría un impacto muy grande. Por ejemplo, en Europa se desperdicia alrededor del 30/40 por ciento de los alimentos que se producen. Solo con no desperdiciar alimentos ya sería un impacto positivo extraordinario sobre el cambio climático porque habría que producir menos alimentos, trasladar menos, procesar menos, etc.”.