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La CNTC pone en pie al Maestro Padilla con su versión del ‘Alcalde de Zalamea’

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Las XXVIII Jornadas de Teatro del Siglo de Oro de Almería contaron la noche del viernes con la actuación estelar de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que representó, bajo la dirección de Eduardo Vasco, ‘El alcalde Zalamea’, de Calderón de la Barca.

 

El público despidió en pie y con un largo aplauso al elenco de actores y actrices que dieron vida a los personajes de la inmortal obra de uno de nuestros autores más universales. Se trata de la tercera ocasión en la que la CNTC produce esta obra. Esta última, quizá, “más sobria”, considera Eduardo Vasco. “Responde a una idea muy depurada sobre la manera de hacer los clásicos, de decir el verso, de despojarlos para sacar a la superficie las pasiones sin que los adornos formales dificulten el contacto directo con el espectador”, manifiesta.

‘El alcalde de Zalamea’ es un drama humano, tiene una gran carga emocional y “se basa en la sencillez de una historia que tiene una fuerza tremenda”, para su director. Lo que más admira es “el inconformismo de un hombre contra lo inevitable, contra lo establecido. Seguramente es lo que fascina al público también: el hombre íntegro a quien su ingenio consigue sacar de una compleja situación. Todo es posible”.

‘El alcalde de Zalamea’ es, junto con ‘La vida es sueño’, la obra más universalmente reconocida de nuestro teatro clásico. Pocas piezas han sido tan estudiadas por la crítica especializada, que ha alabado unánimemente este drama de labradores como una obra maestra de nuestro teatro áureo. Tiene una perfecta estructura, fruto del talento del gran arquitecto dramático de nuestro Siglo de Oro, en la que habitan unos personajes profundos, sinceros y asombrosamente pegados a la realidad. El estilo del verso es directo, sencillo, apenas lo suficientemente barroco para no perder el sustrato lírico imprescindible que marca el culteranismo vigente; muy lejos de otras experiencias, casi puramente ornamentales, Calderón de la Barca elige aquí una forma que transmite una extraordinaria sensación de realidad. Narra una historia de tal potencia, que, aun tomando como eje fundamental el tema tan español del honor, nos sigue conmoviendo, porque comprendemos y compartimos sin obstáculos el drama en su contexto.

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