El plástico envenena a la fauna marina y, finalmente, a todos. Esta es la conclusión a la que han llegado los investigadores de la Universidad de Almería (UAL), Marga L. Rivas y Sergio López-Martínez, pertenecientes al Centro de Colecciones Científicas de la Universidad de Almería (CECOUAL), tras realizar un análisis de 112 investigaciones sobre los efectos de esta contaminación en tortugas marinas, cetáceos y peces, tanto pelágicos (que habitan las zonas más superficiales) como bentónicos (propios del fondo de los ecosistemas acuáticos). Para su estudio han contado con la colaboración de investigadores de la Universidad de Cádiz y de Australia y con el apoyo de la Fundación Biodiversidad y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco).
El análisis, publicado en Global Change Biology ha revelado que la presencia generalizada de plástico en la fauna marina constituye un gran problema mundial que precisa acciones urgentes.
La doctora en biología marina, Marga L. Rivas explica que “hay soluciones, pero tiene que haber voluntad política y no la ha habido hasta ahora”. Acciones cotidianas contribuyen a agravar el problema. Por ejemplo, cada vez que se pone en marcha una lavadora miles de fibras son desprendidas, cada residuo abandonado o cada gramo que no se recicla o filtra adecuadamente en las depuradoras llega al mar, donde se acumulan entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas métricas, según distintos estudios. Esa contaminación se ha visto multiplicada por 10 en los últimos 40 años, y afecta al 86 por ciento de las tortugas y al 43 por ciento de los mamíferos marinos.
Los resultados del análisis han identificado la presencia de plásticos y componentes de los mismos en todas las especies estudiadas. Además, estos constituyen una trampa mortal, como en el caso de las artes de pesca abandonadas, conocidas como “redes fantasmas”, o de otros tipos de residuos de menor volumen. Además, “los plásticos están entrando en la cadena alimentaria a través de su ingestión por parte de organismos marinos”, advierte la doctora. Y en esa cadena se encuentra la humanidad.
El estudio revela que la mayor ingestión de plásticos por fauna marina a nivel mundial se centra en el Mediterráneo y el noreste del océano Índico y varía en función de las especies y las diferencias de color y tipo de polímeros prevalentes. En las tortugas marinas los más frecuentes son los plásticos blancos (66,60%), las fibras (54,54%) y polímeros de baja densidad o LDPE (39,09%); en cetáceos, los blancos (38,31%), fibras (79,95%) y poliamidas (49,60%); y en peces, los transparentes (45,97%), fibras (66,71%) y polímeros de poliéster (36,20%). El trabajo concluye que “en general, los microplásticos de fibra clara son probablemente los tipos más predominantes ingeridos por la megafauna marina en todo el mundo”.
En cuanto a la procedencia de estos microplásticos, la prevalencia de los residuos de fibra se debe principalmente a los restos procedentes del lavado de ropa; los distintos polímeros, a la degradación de los plásticos más habituales; y el resto, principalmente, del arrastre hasta el mar de los desechos.
La doctora Rivas señalada que “la principal fuente de contaminación es terrestre, de ramblas llenas de basura afectadas por eventos climáticos, o de emisarios”. Además, explica que la presencia de plásticos en los organismos marinos se debe a que la fauna “los confunde con su comida habitual, como especies gelatinosas, que los ingieren al mismo tiempo que se alimentan o a que ya están presentes en las presas”.
Las concentraciones más altas detectadas en los ejemplares marinos se registran en el océano Pacífico. Según el estudio, esto podría deberse a que el 51 por ciento del plástico mundial en 2018 se fabricó en Asia, donde China produjo el 30 por ciento y es, además, el mayor receptor de residuos extranjeros, principalmente del primer mundo como Europa. Sin embargo, desde 2018 ya no aceptan más residuos extranjeros. También el continente asiático alberga los ríos con mayor polución y estos representan el 86 por ciento de la contaminación mundial por plásticos.
Sin embargo, los investigadores inciden en que se trata de un problema global debido a que la circulación oceánica extiende el problema y la presencia de grandes acumulaciones de basura no se limita a zonas de alta densidad de población, sino que también ocurre en las zonas más remotas del planeta, desde el océano abierto al Ártico o las profundidades abisales.
El grupo de investigadores asegura que los impactos de la contaminación marina por basura, principalmente residuos plásticos, piden estrategias urgentes y una visión global. Y exigen a los responsables que “las medidas preventivas para minimizar la liberación de estos contaminantes a los océanos y mares sea una prioridad para la conservación de los ecosistemas mundiales marinos”. Entre las soluciones apuntan a la necesidad de cambiar los sistemas de reciclado. “Las empresas asociadas a esta labor no funcionan y algunos países sí están dando pasos”, añade Rivas, quien va a estudiar ahora los efectos concretos de los microplásticos en especies de interés pesquero y vertebrados marinos.
Por último, recuerdan que un reciente estudio en Nature publicado en este mes: https://www.nature.com/articles/s41586-020-3010-5 destaca que la masa total de desechos humanos ya supera toda la biomasa que el planeta alberga. Por eso piden dar prioridad a medidas de gestión de residuos plásticos eficientes. “O se abordan de forma urgente o nuestros océanos y mares serán una sopa de plásticos que afectará de forma negativa a las zonas costeras y en definitiva, a toda la humanidad”, concluye la doctora Rivas.