De nuevo, la Red ha sido el mejor medio para difundir un bulo, una leyenda urbana, que asegura la existencia de un tiburón blanco en las playas de Carboneras. Una foto muestra a unos pescadores sacando un escualo de dimensiones considerables junto a la piscifactoría del municipio, sin embargo no se trata de una imagen real, sino de un montaje, una imagen a la que le han ‘pegado’ la Isla de San Andrés al fondo.
Las nuevas tecnologías nuevas tecnologías son el mejor caldo de cultivo para el engrandecimiento y difusión de leyendas urbanas. Historias, en principio, increíbles, imágenes retocadas y, sobre todo, muchas ganas de confundir en un entorno en el que el anonimato es uno de los principales escudos.
Así llegan a difundirse historias inverosímiles que van pasando de correo en correo con la frase ya típica de «yo no lo sé si esto será verdad, pero mira la foto». Un texto similar acompaña a varias imágenes en las que se puede ver a un grupo de pescadores que están sacando del agua a un inmenso tiburón blanco.
¿Cuál es el enganche con Almería y, más concretamente, con Carboneras? Pues el islote que aparece al fondo, que muchos de los internautas que han participado en la cadena de mensajes aseguran que es la Isla de San Andrés.
Sin embargo, las imágenes, por muy espectaculares que sean, no son ciertas. Sí es verdad que se ve un tiburón, es innegable que hay un grupo de pescadores que están sacando del agua al escualo, sin embargo, es más que dudoso, por no afirmar de forma categórica que resulta totalmente imposible, que esta imagen se haya tomado en Carboneras.
Realmente, la supuesta Isla de San Andrés parece estar pegada burdamente con Photoshop, eso por un lado; por otro, ¿quién ha dicho que en el Mediterráneo haya tiburones blancos? De sobra es sabido que estos animales necesitan aguas cálidas, y aunque las del Mare Nostrum podrían albergar esta especie, la sobre explotación pesquera ha dejado la colonia de estos escualos reducida a una mínima muestra localizada en el Estrecho de Mesina (Italia).
Así que es más que peregrina la posibilidad de que un animal de estas características se acerque a las costas almerienses y, mucho menos, que unos pescadores lo atrapen junto a una piscifactoría. No deja de ser una imagen divertida, que genera la sorpresa y, a continuación, las risas, pero no más. Una nueva leyenda urbana que de vez en cuando vuelve a estar de moda, porque no es la primera vez que sale.