Conocer la provincia de otra forma también es posible. Almería, además de unos entornos naturales envidiables, con playas de ensueño, desierto y zonas de montaña donde disfrutar de la biodiversidad, también se presta a vivirla desde el cielo, desde una altitud cercana a los mil metros. Y es que la provincia se presa a ser un punto de referencia a la hora de practicar el vuelo libre, el vuelo con parapente: clima excepcional, zonas montañosas desde las que despegar y un viento constante que asegura una buena jornada. Son muchos los que desde Castala, Aguadulce o Huécija se lanzan con su parapente para disfrutar de la naturaleza, de la paz y, sobre todo, de unas vistas increíbles.
La práctica del parapente en la provincia de Almería se remonta a los años ochenta, cuando los primeros intrépidos sorprendían a propios y a extraños lanzándose ladera abajo para que la vela tomara el aire suficiente que le permitiera despegar. Fueron auténticos pioneros a los que les han seguido otros atrevidos que han descubierto en el vuelo sin motor una pasión a la que no se pueden resistir.
Uno de ellos es Antonio Gallardo, del Club Parapente El Indalo Vuela. Este almeriense descubrió este deporte de riesgo, que no peligroso, hace unos siete años y cada fin de semana no falta a su cita con los cielos de la provincia. Antonio Gallardo lo cuenta con muy pocas palabras pero da en el clavo, y es que para él el vuelo no es, entre otras muchas cosas, un encuentro con la paz. «Después de volar uno se toma las cosas con mucha más tranquilidad, no te importan los atascos, no te molesta nadie». Vamos, que se podría decir que, además de ser un deporte divertido y espectacular, es una cura espiritual al alcance de la mano.
El parapente lo puede practicar cualquier persona siempre que, claro está, sea capaz de hacer una pequeña carrera para despegar. Por lo demás, desde jóvenes hasta personas mayores pueden sentirse pájaros por un rato. Eso sí, es importante conocer los límites. Como en cualquier deporte de riesgo, es muy importante no arriesgar demasiado porque cualquier atrevimiento fuera de lo recomendable puede resultar fatal. Sin embargo, esta situación no se suele dar, casi siempre se circunscribe a las competiciones donde los pilotos ponen a prueba sus capacidades.
El vuelo en parapente sigue las leyes físicas de cualquier aeronave. Despega en contra del viento y se aprovecha de las corrientes de aire caliente y el viento en contra de la ladera para ascender. La sustentación se produce por la combinación de aire que pasa por encima y por debajo de la vela, como los expertos llaman al parapente. Los vuelos pueden ser de ladera, donde se aprovecha el viento que sube monte arriba para ascender y mantener en el aire; o el vuelo térmico, en el que las corriente de aire caliente fomentadas por la alta temperatura del suelo hacen que el piloto y la vela se eleven con mucha facilidad.
Los vuelos suelen ser de una hora, se desarrollan en un radio de uno o dos kilómetros, con una velocidad media de 35 kilómetros por hora, y el material que actualmente se emplea permite que los pilotos despeguen y aterricen desde el mismo punto. La tecnología ha permitido que los parapentes tengan una fineza, término que se refiere a la capacidad para planear por el aire, de unos 8 ó 9 metros de longitud por segundo, es decir que por cada cien metros de altura se avanzan unos 800 ó 900.
El riesgo es limitado, se trata de un deporte seguro y, por raro que parezca, a cuanta más altura más seguridad, ya que ante cualquier imprevisto, como una plegada de la vela, hay más tiempo para reaccionar, más tiempo para que el parapente recupere su forma y vuelva a mantener al piloto en el aire. Además, por lo que pueda pasar, los practicantes de este deporte llevan un paracaídas de emergencia que rara vez usan, de hecho, Antonio Gallardo asegura que en siete años que lleva enganchado al vuelo libre «jamás he tenido que usarlo».
Aprender a volar es sencillo y en cuestión de dos o tres días el piloto novel puede realizar sus primeras incursiones aéreas, gracias a los cursos que organiza el Club El Indalo Vuela Almería, que tienen un precio que ronda los 500 euros. Además, estos monitores ofrecen la posibilidad de tener una primera experiencia ‘asistida’ con un vuelo en un parapente biplaza.
Berja se convertirá en el punto de encuentro de los parapentistas de todo el país durante el puente de la Constitución. En esta fecha se celebra un encuentro que en fechas anteriores ha congregado a más de cien pilotos, una cifra muy importante que sólo se alcanza en las competiciones. Además de este encuentro, la provincia presenta entornos como los de Baños de la Sierra Alhamilla, Aguadulce, Vícar, Collado García en Tahal, Chirivel, Castala y Huécija donde se puede disfrutar del vuelo sin motor con seguridad y con unas impresionantes vistas.
Para contactar con el Club Parapente El Indalo Vuela Almería e introducirse en este deporte pueden visitar su página web, www.elindalovuela.es, o también pueden contactar con ellos en el correo electrónico elindalovuela@gmail.com, donde estarán encantados de atenderlos y ayudarles a compartir el aire con pájaros y aviones.