ENTREVISTA «IN MEMORIAN» A CAPULETO: «Pienso friamente que los indalianos fuimos manipulados...

ENTREVISTA «IN MEMORIAN» A CAPULETO: «Pienso friamente que los indalianos fuimos manipulados políticamente».

Compartir

‘IN MEMORIAM’ Capuleto: “Pienso fríamente que los indalianos fuimos manipulados políticamente”.

Confesiones del pintor en 1999: “Pertenezco al partido de la quimera”. “Nos adelantamos a ‘Dau al Set’ e incluso a ‘El Paso’”. “Luis Úbeda Gorostizaga, un militar republicano, fue el verdadero teórico de los indalianos, el intelectual del grupo y nadie habla de él, desapareció y ha sido imposible saber qué fue de él”

La muerte de Capuleto deja a Almería sin el pintor más creativo, moderno, singular y con la personalidad más sorprendente del panorama artístico provincial. Formó parte del Movimiento Indaliano, bajo la directrices de Perceval, que puso un poco de luz (junto al grupo fotográfico Afal) en el desierto cultural almeriense de los años 40 y 50. Luego, como los demás (Perceval, Luis Cañadas, Felipe Alcaraz, Miguel Cantón Checa, Antonio López Díaz y Miguel Rueda), Capuleto forjó su propia trayectoria de forma independiente. Tras su muerte, el pasado jueves 5 de noviembre, Capuleto deja una ingente obra inédita, cientos de cuadros, la mayoría guardados en el estudio-refugio del pintor en Madrid. En los últimos años hubo varios intentos cercanos al pintor para promover una gran exposición antológica que sirviera para situar en su justa medida la importancia de Capuleto. Este proyecto adquiere, tras su muerte, una nueva dimensión y permanece a partir de ahora como una asignatura pendiente para un homenaje póstumo imprescindible en nuestro paisaje cultural. Esta entrevista fue publicada por Miguel Ángel Blanco en el suplemento cultural Artes y Letras (2 de noviembre, 1999) de «Ideal», como homenaje y como referencia para situar la dimensión artística de Capuleto en 2009, con todo el futuro por delante.

Francisco Bernardo Capulino-Lanuza Pérez (Almería, 1928), se mueve en los territorios de la pintura con el nombre de ‘Capuleto’, identidad que le sitúa integrante del grupo de pintores indalianos en Almería, que lideró Jesús de Perceval. El mundo del arte almeriense le ha tributado un homenaje, un reconocimiento en torno a un pintor al que se le considera el más independiente, moderno y personal de aquel grupo. «Nos adelantamos a ‘Dau al Set’ y a ‘El Paso’». La trayectoria de su pintura se ha forjado en Almería, Madrid, Italia, Venezuela, Colombia. Regresó a España en 1.965. En esta entrevista desvela sus convicciones sobre la pintura y su trayectoria personal elogiada por la joven pintura almeriense. Y mira al futuro, «me queda todo por hacer».

El lenguaje de Capuleto es la pintura. Quizá por eso nunca ha estado muy dispuesto a una entrevista larga, «la pintura es mi forma de expresarme, algo muy serio, por la que ha habido gente que se ha quitado la vida, por impotencia».

–¿Cuál es su unión a la pintura? Estoy pintando desde los 8 años, he pensado vivir en pintura y pienso en pintor. Se pinta con la cabeza, y cuando he estado tiempo sin pintar y he regresado es como si nunca lo hubiera dejado. He visto un progreso en mi obra.

–¿Sus orígenes? Mi abuelo era conserje del instituto que hoy es Escuela de Artes. Me pasé los años jugando en el patio de la Escuela de Artes. Hay una imagen que me acompaña desde entonces, a los 4 años maté una paloma. No lo he olvidado. Me suspendieron en el examen de ingreso y le dijeron a mi padre que no me presentara más. La explicación es que mi padre había sido de Izquierda Republicana. Aprendí con un tío mío y en una academia particular. Me gustaba dibujar y mi padre me mandó a la academia de don José Castañeda. Con 10 años entré en la Escuela de Artes, y allí coincidí con Francisco Alcaraz, Luis Cañadas y López Díaz. Yo solía llevarme los premios de dibujo y, pisándome los talones, Luis Cañadas.

–¿Grupo Indaliano? Primero fue una exposición en Almería, en 1945. Y después vino la famosa de Madrid en 1947. Se armó el follón. España era un erial y sorprendió que en una provincia olvidada como Almería surgiese un grupo joven de pintores. Tuvo repercusión internacional. Nos adelantamos a Dau al Set e incluso a El Paso. Ahora pienso fríamente que fuimos manipulados políticamente. Al Régimen le hacía falta algo de aparente libertad. Radio Moscú dio la noticia de que éramos un grupo de pintores de la izquierda. Después nos han llamado de todo, de derechas, de izquierdas. Salvo Perceval, que era ambiguo, todos los demás pertenecemos a familias de izquierda, al padre de Luis Cañadas lo fusilaron y mi padre se salvó de milagro. Estaba Luis Úbeda Gorostizaga, fue el teórico verdadero de los indalianos, el intelectual del grupo y nadie habla de él. Era vasco, militar republicano y fue desterrado a Almería. Desapareció de Almería y me lo encontré en Madrid, llevaba tres días sin comer, y le invité a higos y almendras, fuimos al cine en Arguelles y se despidió de mí llorando. Nunca se ha vuelto a saber de él. Perceval se movió mucho para localizarle pero todo resultó fallido. Luis Úbeda fue quien escribió la presentación de mi primera exposición. Ha sido imposible saber qué fue de él. Debió morir indocumentado.

–¿Qué le aportó Perceval? Agradezco a Perceval que me dejó unos libros de pintura y por primera vez me encontré ante Cezanne, Matisse y la pintura moderna. Me abrió un mundo.

¿Qué queda de los indalianos? Ya no queda nada. Bueno sí, queda el Indalo, un símbolo que ningún político ha sabido aprovechar. Han desechado el anagrama cuando es el símbolo universal de Almería, que lo venden hasta en Nueva York.

¿Cuál es su identidad? Me identificaba con la figuración y sigo siéndolo. La pintura es siempre fatalmente a la vez figurativa, abstracta y representativa. El problema de la pintura no es definirla, sino saber si es buena o mala. Amo la libertad profundamente, por eso pertenezco al partido de la quimera. No quiero reglas. Pictóricamente sé mucho de lo que no hay que hacer y nada de lo que hay que hacer. Ahora estoy en plena metamorfosis, simplificando mucho mi manera de hacer, pensando en la vejez, haciendo formatos grandes donde el mayor espacio del cuadro lo ocupa la superficie lisa pero vibrante. Y luego, el bicho, cualquier cosa en un extremo o en el otro, y a veces en el centro. En pintura como en literatura, y creo que así será en todo, lo fundamental es verla. Si conceptualmente no aciertas, ya puedes estar pintando mil años que no habrá interés.

¿Argumentos de su pintura? Lo que pinto tiene varias lecturas. No me motiva el tema literario, siempre me muevo por la plasticidad, por motivos pictóricos. El siglo XIX está lleno de grandes pintores de mano que se frustraron porque conceptualmente hierran. La comunicación con el público me interesa poco. Lo de menos es lo representado, lo importante es cómo se hace. Las historias literarias son ajenas a la pintura. No me interesa lo que me cuente. Yo estoy con la pintura pura.

¿Madrid, Italia, Venezuela, Colombia? En los años cincuenta me quedé en Madrid gracias a un tío mío. Ya no tenía nada que ver con los indalianos. Conceptualmente estaba en contra, si es que en los indalianos había un concepto común, yo creo que no. En Madrid me hice asiduo del Café Gijón y entablé amistad con Pancho Cossío, Zabaleta, Mampaso, Redondela, y yo era el benjamín. Conocí a Jardiel Poncela y realicé la maqueta para unos decorados teatrales, Gerardo Diego, César González Ruano, Camilo José Cela, al que le hice un retrato inacabado. Al final el cuadro Viola lo convirtió en un Matisse. Viola hacía ‘matissess’ por encargo de González Ruano, una historia picaresca. A Italia fui con una beca del gobierno italiano. Me recorrí todo el país, de arriba abajo. En Italia me di cuenta de lo grande que es Velázquez, me quedé pasmado ante el retrato de Inocencio X, es el mejor retrato del mundo. La historia de la pintura está llena de genios como Goya o Rembrandt. Y luego está Velázquez, que es un milagro, sobre todo el pintor de la Corte. En Italia hice mi serie de ‘Pompeyanos’ que vendí en Madrid. En Colombia y Venezuela hice de todo, estuve de profesor en la Universidad Católica de Caracas y en la Escuela de Arquitectura, hice murales y me metí en la construcción. Y siempre pintando. Allí consigo la libertad económica. Y en 1965 regresé a España.

¿Por qué se prodiga poco en exponer? Es verdad que sólo he realizado dos exposiciones desde mi regreso. Soy un pintor de poca cosecha, pienso más que pinto.  Pinto cuando tengo plenamente concebido el cuadro, aunque a veces la mancha inicial me hace cambiar y el azar lo aprovecho. Ahora estoy dibujando mucho, cuadros en gran formato, simplificando al máximo. Y espero salir y recuperar mi puesto. Cuando me fui de España ya estaba en la cresta  de la ola.

¿Su futuro? Me queda todo por hacer. La única ventaja es que estoy menos confuso, veo las cosas con más claridad. He conseguido divertirme con la pintura y ahora no tengo la necesidad perentoria de vender para vivir.

(Publicado en IDEAL-Almería, sábado 7 de noviembre, 2009, sección Vivir, página 48). 

No hay comentarios

Deja un comentario