Crónica: Melanie Lupiáñez.
Segundo timbre para ocupar las localidades y se llenan las últimas, los acordes de la intro de Copacabana suenan fuerte, el auditorio Maestro Padilla lleno hasta el gallinero se pone en pie y dando saltos canta esta canción, que da nombre al último LP y la gira de Izal. Copacabana es una dualidad en sí, como explicaran el cantante y compositor, Mikel Izal, en una entrevista en Vodafone you, el nombre de una agitada playa de Brasil o de una pequeña sala en la que un grupo empieza a darse a conocer. Una característica que pudo verse en el directo del pasado sábado en Almería.
Durante hora y media el quinteto madrileño ofreció un concierto enérgico, intimista y poético en el que se mostraron cercanos con el público.
La vibración por simpatía es un fenómeno físico que se produce en música cuando dos cuerpos están próximos y uno vibra a consecuencia de la energía de la vibración de otro, “sufrir juntos” es la traducción literal griega, esa es la sintonía que se produjo entre el grupo y el público. Al recordar sus dos noches de conciertos hace tres años en el Madchester Club de la provincia, el vocalista, empezó a trazar el vínculo que mantuvo con el público hasta finalizar el espectáculo. Parte de la audiencia que llenara aquella noche la sala se presentó para ver el nuevo directo, y sus amigos y los amigos de sus amigos, una gran comunidad hipnotizada por esa mezcla de electrónica, poesía difusa, riffs y ritmos a ratos bélicos que invitan a no parar de mover el cuerpo.
“Queremos invitaros a que vayáis a esas salas pequeñas donde se descubren grandes grupos” decía el cantante, para explicar el cambio en el escenario, transformado en un pequeño club con mesas bajas para cada uno, vestidas con manteles y una pequeña lámpara, además de una copa de vino que brindó al público en un gesto de complicidad. Fue su manera de recordar, en palabras de Mikel, los tiempos en los que tocaban sentados en clubes pequeños, porque era tan poca la audiencia que les daba vergüenza levantarse. Sueños lentos fue el tema que acompañó este momento en el que el auditorio tomó asiento centrando su atención en el tema.
Pasado el ecuador recitaba el vocalista: “que ladren alto, que ladren fuerte” cuando una voz femenina se alzó rompiendo el silencio “guapo, dame tu whatsapp” haciendo que el Maestro Padilla diera una gran carcajada y, prosiguió como si tal cosa “porque eso significará que cabalgamos”, aunque el color de aquellas palabras ya no sonaran con el mismo matiz y la reverberancia que empezaran. Un modo transcendental y humorístico de introducir Tambores de guerra.
También hubo tiempo para los consejos “Bailad más y bailad ridículo que ligaréis más. Consejo gratis, incluido con la entrada” o “si hay una cosa inútil en esta vida es el miedo, el miedo paraliza y hace que te pierdas muchas cosas buenas” y cortaba “me encanta ponerme transcendental” para continuar “esta noche vamos a decir no al Pánico práctico”.
Y bailando con los espectadores al son de El baile se despidieron en un estallido literal de confeti y serpentinas de colores.