El Auditorio de Roquetas de Mar acoge, este sábado, la comedia Nuestras Mujeres, que permitirá ver en escena a tres rostros muy conocidos del como son Gabino Diego, Antonio Garrido y Antonio Hortelano, bajo la dirección de Gabriel Olivares.
Tres viejos amigos han quedado para jugar la partida de cartas habitual, sin embargo uno de ellos se retrasa inexplicablemente. Tiene una buena razón: ha asesinado a su mujer.
Poniendo en cuestión moralidad, convicciones íntimas y ética personal, el autor propone un juego vertiginoso en el cual tres personajes masculinos combaten en un duelo sin cuartel con otras tres mujeres que, sin aparecer nunca sobre la escena, provocan una acción en la que se discute una íntima cuestión: ¿Qué supone ser un hombre hoy en día?
Nuestras mujeres plantea temas universales: el valor de la amistad, el compromiso ante el deber, la idea de justicia y por encima de todo, la lucha entre lo correcto y lo incorrecto. ¿Qué hacer cuando un viejo amigo comete un crimen? ¿Delatarlo? ¿Salvarlo? Este conflicto pone a prueba a Max, Paul y Simón en una noche que puede suponer la ruina de los tres.
Esta versión española está interpretada por los actores Gabino Diego, Antonio Garrido y Antonio Hortelano, todos ellos curtidos en las claves de la comedia. Planteada con los mismos conflictos principales de la obra francesa, aquí se incide en el aspecto más chispeante y juguetón de la obra teatral, en su esencia de vodevil, centrándose en una generación más dinámica, determinante en este momento social y político, aportando energía y vitalidad a la “mirada generacional” que subyace bajo el texto.
Con diálogos picados, contundentes, que en ocasiones remiten a David Mamet y una estructura “de hierro” a la manera de Yasmina Reza, en Nuestras mujeres se subvierten las más íntimas convicciones y creencias, se desenmascara la falsa imagen que albergamos sobre cada uno de nosotros, sobre nuestra realidad, y todo ello con una sonrisa: aquí la reflexión profunda se presenta de manera leve, sutil, casi irónica, en la más pura tradición del vodevil francés.
Frente al pragmatismo, la mentira y la manipulación –todo vale con tal de salvarse– la reacción de los personajes se mueve desde el cinismo –que actúa como un sutil guiño a la actualidad política y económica de esta época convulsa, tanto en Francia como en España– a la falsa tolerancia, la comprensión sincera e incluso la venganza personal.
Y también sugiere un debate particularmente polémico: la posibilidad de que el machismo y la permisividad ante el maltrato a la mujer no hayan desaparecido entre los individuos privilegiados y cultos, las élites, ni siquiera en una de las regiones más civilizadas del mundo: Europa.